Sr. Director:

Existen, diríamos, como tres aspectos en la sociedad resaltados de manera particular por la Doctrina Social de la Iglesia tal vez porque sobre ellos, de alguna manera, incide o gravita como un interés partidista para hacerlos desaparecer. Y decimos partidista porque su existencia y defensa parece razonable, mientras que su abolición es la que da muestras de irracionalidad. La propia naturaleza, la historia milenaria y hasta, valga la expresión, el sentido común y la sensatez, abogan por su defensa, por su apología. Se trata del “derecho a la vida”, “el apoyo y defensa de la familia” y, en parte relacionado con lo anterior, “la responsabilidad superior y última de los padres sobre la educación de los hijos”. Nos parecen como tres puntales que cimentan la libertad. Se evidencia como una tendencia manifiesta y manipulada de manera clara para eliminar estos derechos. Y esta corriente propugnada contra la naturaleza tiene una clara orientación marxista, muy propia de países autoritarios. Lo afirmaba el Papa Pablo VI en 1971: “El marxismo es en primer lugar el ejercicio colectivo de un poder político y económico bajo la dirección de un partido único que se considera -él solo- expresión y garantía del bien de todos, arrebatando a los individuos y a los demás grupos toda posibilidad de iniciativa y de elección”. Podrán revestirlo con frases grandilocuentes y estereotipadas, podrán actuar con todo tipo de sutilezas, pero la historia y la experiencia ya lo han demostrado manifiestamente.