Sr. Director:
Lo sucedido en el Mundial de fútbol con el juego de la selección española es paradigmático de muchas otras realidades. Salvo que cambien las reglas del juego, en un partido de fútbol vence, no quien convence ni quien realiza un juego más bonito, sino quien mete más goles en la puerta contraria. Todo lo demás son datos para la estadística y la literatura; que sin lugar a dudas resultan de interés, pero no ganan partidos.
Debido a un exceso de prudencia, que en otros lugares llaman miedo, nuestros jugadores no han sido capaces de afrontar la meta contraria con tal de no perder el balón; y eso explica sus excesos de pases horizontales o hacia atrás, que admiten menos riesgos. Impulsados por la errónea idea de que lo más importante era la posesión de la pelota, ni siquiera se atrevían a chutar de vez en cuando a puerta. Y si acaso había que traspasar la meta contraria..., lo intentaban hacer con el balón en los pies. El resultado: una posesión abrumadora del balón, pero sin apenas amenazas de gol.
El tiqui-taca que caracterizó a nuestra selección como estilo de juego, pero sin olvidar el objetivo principal de alcanzar la meta contraria, ha acabado en un tiqui-caca de temerosos jugadores tras el objetivo de no arriesgarse a perder el balón. ¡Cuántas cosas que sólo eran simples medios, acabaron convirtiéndose en fines en sí mismas! Y esto explica su esterilidad.