Sr. Director:

Quién sabe si es por la pandemia, o lo que sea, pero cada vez más gente no se pone más que el chandal para ir por todas partes, de la mañana a la noche, incluso le pasa con las ideas a algún político: decir que la niñera es un asunto personal, que no debe tratarse en público, cuando está cobrando un sueldo del Estado para cuidar de los niños, revela que algunos políticos no se quitan el chandal para nada, ni de la cabeza, ni de otras partes de su cuerpo. O ese otro que no se arrepiente de nada, aunque la gestión haya sido catastrófica en su ministerio.

Como todos sospechábamos, estamos ya muy cerca de no recuperar la total movilidad hasta no se sabe cuando, precisamente, porque nos ha dicho que será cuestión de meses, el que se equivoca cada vez que predice ese futuro mejor, que tarda tanto en llegar. Al ritmo que va la vacunación, pasarán más de mil años, muchos más, como cantaba la canción, que decía verdades como puños, que se podían referir a quien usa permanentemente el chandal para todo.

Si sale con traje y corbata, lo vemos envarado, con sonrisa de plástico y palabras sin mucho sentido, pero en la campaña catalana, se les veía a gusto de trapillo, en lo que dice y en lo que hace, sin que parezca que sepa algo de lo mal que lo está pasando la gente, ni de los muertos que se acumulan a cientos cada día. ¿Seguro que esa es la nueva normalidad que nos espera? Vayámonos preparando para lo peor que se avecina. Estamos cada vez más chandalizados porque no nos saben decir otra cosa, ni mucho menos hacerla para que la situación cambie, aunque sea sólo un poco.