Sr. Director:

¿Alguien se imagina una democracia donde el presidente del parlamento se niega a usar la lengua de la mayoría de los ciudadanos? ¿Qué solo permita la lengua de una minoría que coincide con la de la élite económica y política? Una extremista como Laura Borrás, despreciando al 60% de catalanes, que somos castellanohablantes, es lo último que necesita una institución democrática. El presidente del parlamento debe saber tejer acuerdos, complicidades y entendimiento pero Borrás se dedica a todo lo contrario, a exacerbar, a elevar el tono, a crear tensión. Una persona imputada por corrupción como ella en cualquier democracia avanzada europea habría abandonado su cargo y más aún con su historial de apoyo a manifiestos xenófobos. Con su sueldo obsceno de casi 160.000 euros, que duplica al del presidente del gobierno, lo que le sobra de dinero, desde luego le falta de respeto y empatía.