Sr. Director: Si comparamos las cosas que nos enseñan las películas, con las que aprendemos directamente de analizar la cruda realidad, comprobaremos que demasiadas veces apenas coinciden las unas con las otras. Un desgraciado ejemplo de lo anterior, nos lo ofrecen los últimos atentados yihadistas (allí les llamaron «incidentes») sucedidos en Londres, con el atropello cobarde y criminal de varios peatones y el apuñalamiento mortal de otros más. Por las películas de elevado presupuesto y actores de primera fila, sabíamos que tanto Scotland Yard como los agentes doble cero con licencia para matar, eran unos profesionales de selecta preparación para actuar contra el crimen no sólo en Gran Bretaña, sino también para salvar el planeta enterito de las amenazas de las peores organizaciones criminales. Pero la brusca y asesina realidad sin maquillajes ni efectos especiales, nos acaba de demostrar lo difícil que le resulta a la policía británica controlar, siquiera preventivamente, a unos tipos señalados con bastante antelación como potenciales terroristas. Y eso, por no hablar del absurdo protocolo que dicen que les impedía dar a conocer el estado de las posibles víctimas, ni siquiera a sus padres y familiares, como ha sucedido con el joven español Ignacio Echevarría. Aunque quizá lo peor que nos enseñe la realidad tras la actuación de este valiente joven, que arriesgó su vida para salvar a una mujer, sea que los héroes no siempre vencen a los cobardes; ni la bondad a la maldad.  Miguel Ángel Loma