Donald Trump se plantó en el capitolio y los diputados se quedaron pasmados. Aquel no era el ordeno y mando de la campaña electoral sino un hombre que habla de olvidar rencillas y trabajar juntos por el país. Es más, en su parte moralmente más floja (es decir, en su parte más floja), la inmigración, está dispuesto a hacer suyos los mandobles judiciales. Es más, ha rectificado en lo que respecta a Irán al darse cuenta de que los más peligrosos no son los chiítas, sino los sunitas… Carlos Slim tenía toda la razón: Donald Trump no es Terminator, es Negociator. Pero hay otra razón por la que Trump ha reducido el volumen: se había enfrentado directamente al Nuevo Orden Mundial (NOM) es decir, a la masonería internacional, cuya candidata era Hillary Clinton. Si mantenía el pulso por las bravas, podría no terminar ni su primer año de legislatura. Jamás un presidente electo ha afrontado un sabotaje ni la mitad de incisivo que el que soporta Donald Trump. Por tanto, nos guste o no, lo importante es que Trump aguante cuanto más tiempo mejor en el cargo. Nos caiga simpático o no. Hispanidad redaccion@hispanidad.com