Fernando VII nombró ministro de Hacienda a Martín Garay (1771-1882) para que arreglara las cuentas del Estado destrozadas desde la Guerra de la Independencia. Garay, como un Montoro (en la imagen) cualquiera, se aplicó al asunto con tanto denuedo como suelen hacer todos los fiscalistas, siempre dispuestos a personificar al Estado y a cosificar a las contribuyentes. Y claro, el pueblo le sacó está copla: Señor Don Martín Garay usted nos está matando usted nos está quitando el poco dinero que hay. Ni Smith ni Bautista Say enseñaron tal doctrina y  desde que usted domina la nación con su maniobra el que ha de cobrar no cobra y el que ha de pagar se arruina. No lo duden, la misma copla podría cantársele hoy a don Cristóbal Montoro. Pero eso no quita que el actual responsable de Hacienda tenga razón cuando asegura que las derrochadoras autonomías tienen la culpa mayor. Porque, en efecto, no se puede estrujar el bolsillo privado del contribuyente ofreciéndole a cambio unas prestaciones públicas que llegan tan mal, injustamente distribuidas… menos lo que se queda por el camino. Y no sólo hablo de corrupción, sino también de burocracia. Y eso que entonces no había Banco Central Europeo (BCE). Hispanidad redaccion@hispandiad.com