- Si se condena -es decir, castiga- al asesino, ¿por qué iba a quedar impune el asesinato del ser más inocente y más indefenso?
- Eso sí, también habría que penalizar -es decir, castigar- al padre que colabora con el infanticidio prenatal.
- Y, por supuesto, a los matasanos y demás sanitarios que colaboran en la matanza.
- Así como a los políticos, periodistas, jueces y demás influyentes que promocionan el aborto y censuran a los provida: por apología del terrorismo.
El candidato a la Presidencia norteamericana por el Partido Republicano,
Donald Trump (
en la imagen), me parece un pinchauvas de mucho cuidado pero, como creo haber dicho alguna vez, sus detractores deberían preguntarse por la razón de su éxito. Que un charlatán como
Trump consiga la aquiescencia que está logrando, que un antisistema, en el sentido de enfrentarse a la cúpula del partido republicano y vencer, como es el
millonario USA se haya situado como favorito, exige preguntarse por la razón de su éxito. Y es que, no sólo en Estados Unidos, sino también, cada día más en Europa, hay mucha gente que empieza a estar medianamente harta de la esclavitud de los políticamente correcto.
Pues bien, con su peculiar estilo,
Trump ha escandalizado a todos, y a todas, con su petición de que a la mujer que aborte -cuando se legalice el aborto- se le castigue. Yo le apoyo. En, efecto, si se condena -es decir, castiga- al asesino, ¿por qué iba a quedar impune el asesinato del ser más inocente y más indefenso?
Eso sí, también habría que penalizar -es decir, castigar- al padre que colabora con el
infanticidio prenatal.
Y, por supuesto, a los matasanos y demás sanitarios que colaboran en la matanza.
Así como a los políticos,
periodistas, jueces y demás influyentes que promocionan el aborto y censuran a los provida: por apología del terrorismo.
Si quedan sin castigo cuestiones tan graves como el homicidio, ¿para qué sirve la ley?
El lunes 4 celebramos (este año con retraso: el 25 de marzo,
festividad de la Anunciación, caída en Viernes Santo).
El gran problema moral de nuestro tiempo, la aceptación social del aborto, exige que no perdamos conceptos ya que estamos perdiendo vidas inocentes: al menos llamar a las cosas por su nombre: si abortar es asesinar, que el asesino sea castigado.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com