Finlandia: un paraíso sin esperanza y con muchos suicidas
Finlandia se ha convertido en el modelo a seguir. Modelo educativo: todos son sabios y felices; modelo económico: se trata de la sociedad más igualitaria del mundo, a pesar de venir del universo soviético, en calidad de satélite de Moscú.
Al parecer, esos apologistas olvidan la definición que hacía una finlandesa, profesora de historia y guía turística: "somos un país con dos problemas: alcoholismo y suicidio".
El paraíso finlandés, en efecto, figura a la cabeza de los suicidios en toda Europa. Cifras difíciles de obtener pero, al parecer, hay quien las conoce: por ejemplo, mi amiga finlandesa.
A lo mejor, la explicación es más sencilla y más certera: "Vivimos en un país que, con la excepción, como mucho, de un par de meses al año, vive en una película en blanco y negro", es decir, sin luz. Eso trauma a cualquiera.
Yo añadiría otro: Finlandia es uno de los países más descristianizados de Europa. Y entonces es difícil encontrar esperanza.
En cualquier caso, la realidad no es el lugar común del que hablamos en España.
Hispanidad
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