Algunos dirán que el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) se creó para eso: para perder dinero, en concreto en el rescate bancario. Esta semana presentó sus cuentas anuales correspondientes al ejercicio 2017 y arrojó una pérdida de 950 millones de euros, que unidos a los 1.692 millones de euros que perdió el año pasado, arrojan 2.642 millones de euros en dos años. Se lo digo en pesetas por si así se hacen cargo de la barbaridad: 440.000 millones. Así que este año, el Estado se ha visto obligado a convertir en fondo patrimonial 3.000 millones de euros de un crédito de más de 13.000 millones de euros que le tenía concedido. Dicho de otro modo: que ha dado por perdido esos 3.000 millones euros.

Se quieren consolar los señores del FROB contándonos que el resultado de explotación de este año ha sido positivo (38 millones de euros) frente a las pérdidas por el mismo concepto del año pasado (48 millones de euros), cuando ellos realmente no explotan ningún negocio. De hecho, si lo explotasen, estaríamos hablando de una compañía con una rentabilidad de los activos de apenas el 0,32% incapaz siquiera de hacer frente al coste de su deuda ni en las circunstancias actuales de tipos anormalmente bajos. Sin embargo, no se priva de incrementar sus gastos de personal en un 5% o los derivados de la contratación de expertos terceros, que lo hacen en un 34%.

Estaríamos hablando de una compañía con una rentabilidad de los activos de apenas el 0,32% incapaz siquiera de hacer frente al coste de su deuda

Su negocio es perder en la parte baja de la cuenta de resultados reconociendo que lo que adquirieron a un precio, ahora no lo vale. Así, este año han perdido por deterioro de sus inversiones 947 millones de euros (prácticamente el resultado del ejercicio) y el año pasado, 1.545 millones de euros, más de lo mismo. A eso no hace falta que le sumen los intereses de la deuda porque se los pagan al mismo que luego renuncia a sus derechos de cobro porque el balance del FROB se volatiliza; el Estado. A este último le ha pagado en los dos últimos años 380 millones de euros, pero también es verdad que ha recibido del mismo 140 millones de euros en intereses porque parte de lo que el Estado le presta, él se lo presta al Estado. De locos. Este movimiento neto de 240 millones de euros por intereses netos al Estado reduce las pérdidas de este último.

Algunas inversiones, sin embargo, le han salido bien, como son los casos de apoyo al antiguo Banco CEISS (hoy Unicaja) y Caja 3 (hoy Ibercaja) que le han permitido recuperar 407 y 604 millones de euros, respectivamente.

Algunas inversiones le han salido bien, como apoyar al antiguo Banco CEIS (hoy Unicaja) y Caja 3 (hoy Ibercaja)

Los juegos de valoración, que no tienen impacto en una entidad que es incapaz de producir caja ni para pagar la luz (no es una imagen, es literal), le han supuesto, por ejemplo, reconocer una plusvalía de 60 millones de euros por la participación recibida en BFA-Bankia a cambio de BMN y una minusvalía de 947 millones de euros por la participación en la SAREB. La SAREB se hunde mientras se lleva por delante al FROB.

Pero lo mejor, no está en sus cuentas sino en su memoria. El FROB se fundó en 2009. Ha percibido aportaciones públicas para su patrimonio neto desde entonces por valor de 42.920 millones de los que ha consumido 42.485 millones de euros, más otros 2.250 millones que le aportó el Fondo de Garantía de Depósitos, al que ya hace años que sólo aportan las entidades pero cuyo patrimonio se constituyó también con aportaciones del Banco de España. En total se ha consumido en ocho años 44.735 millones de euros del contribuyente, que todavía le apoya con deuda por importe de casi 10.500 millones de euros. Deuda que mucho nos tememos seguirá el mismo paso que más de otros 30.000 millones ya consumidos que comenzaron siendo sólo eso: deuda.