En el breve tiempo (¡sí, es poco, aunque parezcan ya siglos!) que el Gobierno de ZP está en el poder he estado meditando sobre sus actos, muy confusos ciertamente.
¿Gobernar? ¿Dilapidar dinero? ¿Deshacer lo bien hecho?,¿hacer nuevas cosas? Al final he llegado a la conclusión que su principal cometido es el de arqueólogo, un singular arqueólogo obcecado en exhumar momias de un pasado terrible (veamos pues ejemplos como los de Carrillo, la célebre estatua de Franco, las fosas de León...) y a abrir las heridas de una Nación (si, España es una nación, aunque ahora no se lo crean, y tiene ya más de cinco siglos nada más y nada menos) torturada, que ansía mirar al futuro y no perder el tiempo en lamerse sus heridas antes cerradas y ahora ya abiertas de nuevo.
Se quejan de que la gente está exaltada, y que los jóvenes retornamos a viejos cánones e idearios ya obsoletos. ¿Pero quién es el culpable de los radicalismos en los que estamos cayendo? Sin duda el autodenominado rojo ZP ¡Señor ZP, la guerra Civil acabó hace 70 años! Y los rojos a cuyo colectivo dice pertenecer usted son tan modernos como los restos arqueológicos de Atapuerca (que ellos me perdonen la comparación) o el Miriñaque. Mire al futuro, señor ZP, y déjese ya de una vez por todas de coleccionar antigüedades y curiosidades de guerra.
César Botey Jiménez
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