El cónclave, que ha tenido lugar durante los día 12 y 13 de marzo, solo puede ser comprendido desde la perspectiva de la fe, una virtud teologal que da todo su sentido a la existencia humana junto a la esperanza y la caridad.
Por la fe, subrayaba el propio Benedicto XVI en su Carta Apostólica "Porta Fidei", los mártires entregaron su vida perdonando a sus perseguidores, como testimonio de la verdad del Evangelio.
Por la fe, hombres y mujeres de todos los tiempos han consagrado su vida a Cristo, dejándolo todo para vivir con la sencillez evangélica la obediencia, la pobreza y la castidad. Y por la fe, en un relato interminable que nos conduce a la eternidad, hombres y mujeres de toda edad y condición han confesado a lo largo de los siglos y confiesan en la actualidad la belleza de seguir al Señor en la familia, el ejercicio de la profesión y la vida pública.
Un cónclave, por tanto, es una de las manifestaciones de fe más relevantes y trascendentes de la Iglesia, en la que todos estamos inmersos por la oración y la comunión de los Santos.
Pedro García