No está muy claro lo que se pretende con el periplo de los Reyes de España por Marruecos. Sin embargo, sí está claro lo que pretende Mohamed VI: quedarse con el Sahara y entrar en la Unión Europea de la mano de España. El monopolio pesquero en el Estrecho ya lo consiguió hace tiempo... Una vez conseguidos esos dos objetivos, se intentará el asalto a Ceuta y Melilla, y finalmente a Canarias. En Marruecos nadie duda de ello, en España, sólo dudan el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el responsable de nuestra diplomacia, Miguel Ángel Moratinos.
Y todo ello bajo el chantaje de la permeabilidad de las fronteras. Marruecos puede frenar la inmigración de las pateras, que tantas muertes provoca, cuando le venga en gana. Sólo que no le viene en gana. Y la permeabilización de las fronteras tiene mucho que ver con el control del terrorismo islámico. Es cierto que los fanáticos musulmanes consideran que el Régimen de Rabat no es admisible, pero aún menos lo es un Al-Ándalus en manos de infieles españoles.
Mientras, Zapatero se empeña en vender la alianza de civilizaciones. Lo cual es imposible, no porque las doctrinas de Occidente y Oriente sean incompatibles, que lo son, sino porque Zapatero no representa a Occidente. Hay que volver a recordar las palabras de aquel imán de El Cairo : En cien años en Occidente vestirán chilabas, porque nosotros sí creemos en algo. O como le advirtió un imán de la Mezquita de Damasco al popular Gustavo de Arístegui: Todavía podemos salvar a Occidente de la corrupción. En definitiva, los musulmanes sí creen en algo, mientras que la civilización que vende Zapatero simplemente es la ausencia de civilización, o la ausencia de creencias. Por eso, no puede haber alianza, sólo suplantación.
Pero, además, Oriente y Occidente son incompatibles. Las viñas que el imperio romano plantó en el fértil Magreb fueron arrasadas por el Islam, y el desierto avanzó. Al musulmán le bastaba con la cría del ovino. Los pueblos de origen semita, así como la religión hebraica y musulmana, no toleraban el cerdo, mientras más al Oriente, en el Índico, se adora a la vaca, en lugar de comerse sus sabrosos chuletones. El cerdo y la vaca son las dos enseñas del Occidente cristiano, y además están sabrosísimos. Del vino, mejor no hablar: comprenderán ustedes que una civilización que prescinde del vino no merece tal nombre. Ni que decir tiene que las vides arrancadas, los cerdos proscritos y las vacas desaprovechadas están en la raíz de la miseria oriental.
Más que ninguna diferencia teológica, filosófica, cultural o de respeto a la mujer, son el cerdo y la vaca, tan sabrosos, como creo haber dicho antes, lo que imposibilita esa alianza de civilizaciones, más que nada porque ambas civilizaciones no sólo no son iguales, sino que la una, la occidental, es superior a la otra, la oriental. Esto no debería decirlo Moratinos, pero sí puedo decirlo yo. Además, Moratinos no debe decirlo, pero tampoco debe negarlo. Sobre la mentira se construye más bien pocas cosas.
Eulogio López