El caso de la mujer de Arkansas -que a una sana permanente progresía le evoca el Ku Kus Klan con meridiana certeza- no puede resultar más elocuente. La muy chiflada ha tenido 17 hijos y espera alumbrar el décimo octavo.

Afirma la insensata que tendrá todos los hijos que Dios le dé, lo cual es muestra de su insania, porque como es sabido por toda persona, Dios no existe. Hasta el arquetipo de la tolerancia, el señor Rodríguez Zapatero, ha dicho que cuanto más lo piensa, justamente cuando lo piensa, concluye que el verdadero dios es el hombre, aunque no por ello debemos colegir que existan 18 dioses en Arkansas. No por cierto.

Esta extraña mujer, Michelle Dougar, representa un escándalo para el feminismo: una coneja que echa por tierra, con su pestilente ejemplo, la lucha de tantos años contra el machismo imperante. Dicen que la reacción de la sola visión de estos ejemplos, echa por tierra todo el proceso de liberación femenina. Es falso, claro está, pero no lo es que Dougar se haya convertido en un repugnante ejemplo para los que pretenden recluir de nuevo a la mujer en el hogar, en su papel de madre, generalmente idiota de sumisa esposa.

Somos libres para tener los hijos que desee la mujer -no el hombre, pues es la mujer la que corre con el gasto-, pero hay cosas que no se pueden permitir.

Una de dos: o Michelle es una machista o tiene alguna razón oculta para hacer lo que hace, una razón que nos proporcionaría la verdadera explicación de tan enloquecida y nefasta generosidad.

Y sin embargo...

Una famosísima economista, probablemente la más famosa de las economistas españolas. Que ha ejercido un importantísimo cargo oficial con el partido Popular, y a la que el PSOE ha mantenido hasta anteayer, procede de una familia de 17 hijos, numerosa prole que se bandeó mejor que bien con un sólo sueldo. Y todos los hermanos hicieron carrera, y al parecer no les ha ido mal del todo.

Me callo el nombre, porque no le he perdido permiso, y a lo mejor no le interesa pregonar su condición ni mencionar el hogar de su infancia. Tengan en cuenta que la sola mención de que su padre, otro famoso economista, ejerció violencia de género con su esposa -¿qué otra denominación cabe?- daría al traste con su carrera académica y política: Libertad, sí, pero dentro de un orden: del ¡orden progresista!

Eulogio López 

eulogio@hispanidad.com