El director general de la Fundación San Pablo CEU (Asociación Católica de Propagandistas), Raúl Mayoral (en la imagen), en vísperas del Congreso Católicos y Vida pública, se suelta la melena con las siguientes declaraciones, acerca de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el gaymonio: "Se podría haber conseguido los mismos efectos jurídicos con otro nombre. Estoy contra la terminología, no contra la regulación de las uniones". Es decir, una postura políticamente correcta, atrevidamente marianista (de Mariano Rajoy, no de Santa María).
Que no, que ni la homosexualidad ni ninguna otra cuestión moral depende de la terminología. ¿Para qué uniones de hecho? Si un homosexual quiere convivir con otro y dejarle en herencia sus bienes que lo haga. Para eso no se necesita ningún reconocimiento jurídico de su situación. Y esto, por la misma razón que se regula el robo, el homicidio o la estafa. (Corrijo: el homicidio sí se regula, pero no debería).
Además, ¿no se da cuenta Mayoral que con la regulación del gaymonio viene la adopción de niños por homos, con su correspondiente mariachi de barbaridades como los vientres de alquiler, los óvulos y el esperma pagado y en definitiva, los huérfanos biológicos?
A ver, queridos propagandistas: lo malo no es el homomonio. El matrimonio homosexual sólo es la horterada de elevar al rango de matrimonio la perversión antinatural de la sodomía, que es el verdadero mal. Por tanto, no se trata de promulgar una ley que cambie el matrimonio-gay por las uniones civiles-gays. El matrimonio es un trofeo que otorga el Estado a cambio de lo que un hombre y una mujer se comprometen a perpetuar: la raza humana y el número de contribuyentes. No es un regalo, es que es el Estado quien necesita a las parejas y no las parejas al Estado. Y a cambio de eso les otorga la condición de cónyuges.
Los gays no ofrecen nada al Estado ni a la raza humana. Es más, son enemigos declarados de la raza de los homínidos racionales. Y es que, si todo el mundo fuera gay, la especie desaparecería.
Propagandistas: ningún mandamiento dice que hay que apoyar al PP como mal menor. Lo que sí recuerda la Biblia es que, a los tibios, el mismo Dios está como para vomitarles de su boca.
Eulogio López
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