Que yo sepa, sólo el partido Solidaridad y Autogestión Internacionalista (SAIN) proponía que todo aquel que se dedicara a la función pública cobrara el salario mínimo, que no alcanza los 700 euros brutos al mes.
Lo de la actual plataforma es más modesta en el recorte: los políticos con cargo, pensemos en un diputado, deben conformarse con un salario digno, esto es, 25.000 euros al año. Considerando que el salario medio del español anda por los 22.000 euros, no está nada mal. Ahí no entran las dietas, viajes pagados y otras prebendas del cargo. Pero, en cualquier caso, si lo comparamos con los salarios reales de los señores ministros, diputados, senadores, presidentes de diputaciones, alcaldes, por no hablar de empresas públicas, estaríamos ante unas cifras harto preocupantes.
Cada vez que alguien sugiere que limitemos los salarios de los políticos, surge un hombre brillante -siempre hay un hombre brillante- que asegura que, si les pagamos poco a los políticos, se disparará la corrupción. Observen que la corrupción ya se ha disparado pagándoles bien, pero aún más me preocupa la perversidad del argumento. Porque si llevamos ese argumento al límite, habría que ofrecer fondos a los ladrones, exenciones fiscales a los defraudadores, alucinógenos a los drogadictos, víctimas propiciatorias a los asesinos y mujeres a los obsesos sexuales.
Y eso no está bien.
Eulogio López
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