Uno mantiene la opinión de que Europa está podrida y que la salvación debe venir de continentes más jóvenes sean América o Asia. Pero en cualquier caso, lo que queda claro es que lo que el panorama que se abre ante nuestros ojos en este siglo que comienza es la batalla pacífica, sin balas, de la coherencia. No nos engañemos, el hombre es un ser racional (sí, lo es) y los argumentos le afectan mucho más que las balas: las balas sólo le matan pero no le cambian.
En la batalla de la coherencia, la gran arma es la palabra. El lema sería no callar ni debajo del agua, al menos si no queremos que no sólo a los cristianos, sino a todos aquello que creen en algo, se les condene a la marginación.
En España, el Gobierno Zapatero, constituido como el del diálogo y el talante (por detrás y por delante) es, naturalmente, aquel que no quiere dialogar con nadie que no esté dentro de su Sistema, Zapatero se ha negado dialogar con los padres de la CONCAPA, que ha recogido 2 millones de firmas en defensa de la asignatura de religión. Se ha negado a hablar con el Foro de la Familia, que ha recogido 500.000 firmas contra el matrimonio gay. Pero no se engañen: el Partido Popular se ha distanciado tanto de una como de otra iniciativa.
Así que el Foro de la Familia se ha cansado de tanto talante (por detrás y por delante) y ha decidido convocar una manifestación en Madrid, para el próximo día 18 de junio, a las 17.00 horas, en la Plaza de Cibeles (no, no será para celebrar la Liga del Real Madrid). Manifestarse es toda batalla más importante de esta guerra sin balas. El que no acuda, estará herido de incoherencia. Se protesta contra la ley del gaymonio, pero sobre todo, contra una feroz descristianización, es decir, desnaturalización, que lleva a cabo el Gobierno socialista español.
Estamos en guerra y perder cualquier oportunidad de dar testimonio es deserción. No sólo hay que acudir a esa manifestación, con el fin de que ni lo medios informativos públicos o los de Polanco logren silenciarla: hay que llevarla a más.
Claro que no estaría de más que la jerarquía eclesiástica se personara en la manifestación, como hacen lo obispos norteamericanos o canadienses. Así, cada bando en el combate quedaría mejor retratado.
Y ojo, porque la guerra sin balas que es la coherencia se está librando con especial virulencia en todo el mundo hispano. No es casualidad que en países como la Argentina, México, Venuela, Chile, Perú, Colombia, Brasil, etc., se esté viendo la misma situación: le permitimos ser católico con tal de que lo esconda usted. Como dice un amigo mío los católicos empiezan a ser como los hinchas del Atlético de Madrid, que animan a su equipo hasta cuando no juega.
Eulogio López