DIRCOM. La fama me precede, así que no voy a ocultar lo que ya he dicho otras veces: A los directores de comunicación (dircom), antes llamados jefes de prensa, les pagan por mentir. Una vez soltada la bofetada y, una ganada la animosidad de todos, no vale la pena matizar.

La información política, económica y cultural se rige hoy por la teoría del embudo: los detentadores de la información son cada vez más opacos, sean instituciones políticas, económicas o culturales (es decir, informativas, las más opacas de todas) operan desde el cuartel general, mientras mandan a sus dircomes a la primera línea de batalla, a enfrentarse con el enemigo, los periodistas. Y en las trincheras vale todo: mentir, ocultar, intoxicar, chantajear, solecismos todos ellos que pueden resumirse en una técnica: no todo lo que es verdad es demostrable.

Los dircomes han aprendido mucho y ahora saben, también, que el cuarto poder no lo representan los periodistas sino los editores. Además controlan también la publicidad y los patrocinios, amén de un montón más de neo-actividades, como la responsabilidad social corporativa, la imagen de marca y una ristra más de presupuestos. 

Pues bien, hoy levanto mi copa por Jaume Giró, hasta ahora dircom de Repsol y ahora de La Caixa. Este catalán aficionado a los toros -es grave, lo sé, pero cosas peores se han visto en estos tiempos de degradación- era lo suficientemente inteligente para no mentir y lo suficientemente humano para no aprovecharse de su poderío, que no era poco. Deja un buen recuerdo en Madrid pero, sobre todo, ha dignificado una profesión de la que puede decirse lo mismo que de la mía: No le digáis a mi madre que soy periodista, decidle que trabajo de pianista en un burdel. Y eso, señoras y señores, jóvenes y jóvenas, es mucho. Por de pronto, supone un cántico a la verdad. Nada menos.

Eulogio López

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