La batalla cultural recibe esta acertada denominación porque tiene todas las características de las campañas militares. En lo que se refiere al escenario bélico del derecho a la vida –si no fuera por la eutanasia lo llamaríamos "derecho a nacer"- el Imperio de la muerte ha ganado muchas batallas en la dignificación del aborto quirúrgico por la vía del sentimentalismo: el presunto peligro para la salud de la madre. Pero la mayor derrota de los partidarios de la vida ha sido, precisamente, colocar a todos los efectivos en el frente del aborto quirúrgico, el más plausible y sanguinolento de todos, pero no el más numeroso. El más numeroso, y silencioso es el aborto químico, el que producen las píldoras anticonceptivas, la RU-486, los DIU's o la píldora del día después (PDD). Y es que, en este frente, los mercaderes de la muerte han conseguido que nadie, incluso defensores de la vida, acepten que el anticonceptivo de siempre, o la PDD sean abortivos. Está "moralmente" mal tomarlos, pero no son abortos. ¿Cómo voy a estar cometiendo un aborto, matando a mi propio hijo, por el simple hecho de ingerir una pildorita de aspecto inocente? Además, la píldora trata de evitar la fecundación, actúa ‘antes de' (o como diría la inefable ministra de Sanidad del Gobierno ZP, doña Elena Salgado: La vida comienza el día 14. Justamente el 14, ni el 13 ni el 15). Tengo para mí que se trata de una reminiscencia mental del periodo habitual de alquiler de apartamentos de playa, que, como es sabido, hay que dejar libre la noche del decimoquinto día. Así que como hasta la decimocuarta jornada no hay persona, se puede hacer con los embriones lo que se quiera, y para ello nada mejor que llamarlos pre-embriones, que nadie sabe lo que es, pero que, supongo, es otra concomitancia mental o

Pues bien, empezando por el final, digamos que todos los anticonceptivos que existen hoy en el mercado pueden ser abortivos, es decir, homicidas. Desde luego lo son, o pueden serlo, la píldora y la píldora postcoital, los más utilizados. Dicho de otra forma, el único anticonceptivo que no mata es el popularmente conocido como goma, aunque suena mucho más fino hablar de profiláctico o preservativo. Es verdad que falla más que una escopeta de feria en su doble función: evitar el SIDA y evitar el niño, pero hay que decirlo claramente: oiga, las gomas no matan; los anticonceptivos, sí.

Entonces, ¿por qué razón la mayoría de la gente de bien (tiene usted razón, lector, no sé lo que es ‘gente de bien' pero nos sirve para entendernos, ¿verdad?) rechaza el aborto mientras no pone pega alguna a la píldora? Pues muy sencillo. Los mercaderes de la muerte juegan con el equívoco de que no sabemos en qué dosis son mortales. La mujer que toma la píldora puede estar matando a su hijo o puede que no. La píldora puede actuar antes o después la fecundación, antes o después de que haya un nuevo genoma individuado y diferenciados del padre y de la madre. Depende de la intensidad de la medicación, del organismo en el que actúa y de otros imponderables.

Esta es la verdad, a veces olvidada hasta por cristianos comprometidos. Por eso aconsejo la lectura del presente artículo de un médico norteamericano y la introducción aclaratoria de la página http://www.iesvs.org/. Es la demostración científica, médica, de por qué los anticonceptivos son, o al menos pueden ser, abortivos. Y una vez sabedores de esto, no creo que resulte muy conveniente, asumir un riesgo calculado, porque no estamos hablando del patrimonio familiar sino de seres humanos. Las leyes no permiten disparar en una calle vacía las 3 de la madrugada, alegando que las posibilidades estadísticas de que alguien camine a esas horas por la avenida es muy remota. Simplemente, con la vida humana –al menos con la vida humana adulta- no se juega. Pues bien, la posibilidad de que la ingesta de anticonceptivos termine en homicidio es estadísticamente más probable que un paseante nocturno en una calle desierta.

El artículo es largo, pro merece la pena leerlo con calma. Después, al menos no podremos decir que no nos habían advertido. Ya saben: el lema de Hispanidad es "divertir instruyendo".

Eulogio López