Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. Constitución española, ART.47.
Precisamente este artículo andaba leyendo, mientras en la televisión oía a una mujer, que entre sollozos, no sólo había perdido su casa a causa de la pérdida de su empleo, así como el empleo de su marido hacía unos meses a causa del cierre de su empresa, si no que además, tenían que seguir pagando como hipoteca al banco, la diferencia de su precio original y el precio de subasta fijado por el mismo, al igual que otros 250.000 ciudadanos en todo el país.
Lo peor de todo, es que no es lo más grave, lo más grave es, que a la edad de 21 años, leyendo nuestra carta magna, haya pasado del sentimiento propio de optimismo del renacimiento al leer tal cantidad de maravillas, promesas y libertades reflejadas en dicho texto, al de desengaño y aceptación de las falsedades de la vida propios del barroco al compararlos con la actualidad, como ya hiciera España en su día, solo que esta vez, en tan sólo apenas unos días de lectura.
Podría poner una foto de la maravillosa constitución y otra de la vida tal como es y desafiar al receptor a encontrar las 1.001 diferencias.
Francisco Javier Montalvo Vera