El vicepresidente segundo, Pedro Solbes, era el encargado de presentar al candidato socialista a la alcaldía de Madrid, Miguel Sebastián. Es conocido que las relaciones entre el ministro de Economía y el que fuera asesor económico del Presidente del Gobierno no han sido digamos óptimas. Y que Sebastián se ha dedicado a ejercer de ministro en la sombra planificando toda suerte de operaciones empresariales con la frustración de no haber sido elegido ministro de Economía cuando ya se presentaba ante la jet como el hombre de los dineros.
Pero llegó don Pedro. Y sus sueños ministeriales se frustraron. Y las tensiones emergieron. Esas que Solbes niega: Comprendo que a la prensa le guste hablar de nuestras diferencias, pero no hay tales; es de estos casos en los que la relación entre la realidad y las noticias deja mucho que desear. Vale, aceptamos pulpo como animal de compañía.
Y como prueba de la buena relación entre ambos, Solbes dedica unos buenos minutos a alabar a Sebastián en plan laudatio. Que si coordinó la estrategia de Lisboa, base del programa de reformas, que si es el verdadero padre del programa Ingenio 2010 y de los observatorios empresariales, etc. Además, Solbes califica el trabajo de Sebastián de leal, aunque matiza que eso no significa que estemos en todo de acuerdo; tampoco lo espero de ningún colaborador.
Así que le agradece el trabajo realizado a enemigo que huye puente de plata- y reconoce que la apuesta a la Alcaldía es arriesgada, aunque los mejores siempre acaban abriendo paso. El panegírico es respondido con cierto rubor por parte de Sebastián. El vicepresidente no suele exagerar, pero esta vez lo ha hecho con sus palabras; es un honor recibir elogios del mejor ministro de Economía de la democracia; espero que podamos hablar del futuro de Madrid y del futuro de la deuda de Madrid. Demasiado arrumaco.
¿Qué hará Ud. si finalmente se cumplen los peores augurios? ¿Tiene una oferta B por parte del presidente del gobierno?, ¿teme sufrir el síndrome Trini? No. No estaba especialmente satisfecho Miguel Sebastián con estas preguntas. Comienza mirando al secretario de Organización del PSOE, José Blanco, para ver qué debe responder. Posteriormente, comienza señalando que de momento no existen sondeos. O sea, que de momento está fuera de la carrera.
Inmediatamente después apunta que su oferta es un proyecto ganador que sacará a los ciudadanos de la resignación, que las obras son propias de quien no tiene proyecto de futuro. Un circunloquio demasiado poco creíble. Finalmente reconoce que si el partido así lo desea, me quedaré en Madrid. O sea, que no le apetece demasiado, pero que si el partido se lo pide, aceptará ejercer de Trini. Es un muchacho obediente este Miguel.