Sr. Director:
Mientras la Iglesia católica acoge y cuida a uno de cada cuatro enfermos de SIDA en todo el mundo, se la acusa de extender el SIDA en África por predicar el sexo sin preservativo. La mentira es evidente: la Iglesia no enseña la promiscuidad sin protección, sino que propone educar a las personas para que puedan formas familias donde la fidelidad de los esposos sea base de una convivencia, que no sólo evita la difusión del SIDA, sino que da a los hijos un hogar y a la sociedad una base estable desde la que combatir la injusticia. La propuesta de sexualidad de la Iglesia es revolucionaria como la de Jesús (contrario al divorcio en un contexto cultural que lo justificaba), y es parte de su propuesta de promoción integral de la persona y de la sociedad. En países como Uganda ha demostrado una eficacia superior a las campañas de prevención impuestas por los organismos internacionales.
Mientras tanto en España, la prensa que acusa a la Iglesia de extender el SIDA, también la que presume de católica, ofrece cada día miles de anuncios de prostitución, que no sólo degradan a las personas tratándolas como producto del mercado, sino que ofrecen sexo natural, sin condón,... y otras expresiones que evidencian prácticas que contagian el SIDA. Las administraciones sanitarias, empeñadas en difundir el consumo juvenil de la píldora-del-día-después, reconocen que el casi medio millón de unidades dispensadas al año (datos del 2005) es correlativo al descenso del uso del preservativo y al aumento de contagios de SIDA, sífilis y gonorrea. La realidad nos habla: la castidad y fidelidad previenen eficazmente el SIDA. Las campañas que no educan, limitándose a informar de modo parcial, fomentan de hecho una promiscuidad irresponsable, lo extienden.
José Ramón Peláez Sanz
castroverde1981@yahoo.es