Semanas atrás escribía en esta misma pantalla que después de Juan Pablo II "comenzaría el baile". Me refería al baile de una humanidad agotada que había encontrado en esta especie de superhombre polaco un risueño y coriáceo dique de contención contra el miedo y la tristeza. Pero los enemigos de la Iglesia se preparaban a saltar sobre su sucesor, o mejor, a decidir un sucesor que fuera suyo, porque -habrá que repetirlo- el progresismo, concreción del modernismo actual, así como su contrario, el panespiritualismo, no quiere aniquilar a la Iglesia: lo que quiere es conquistarla.
De aquí que, qué se yo, los chicos de El País y de El Mundo, todos curas o seminaristas pertenecientes al famoso movimiento "Excufeca" (Ex Curas Ferozmente Cabreados), desertores de sotana y del catecismo, pero no del código de Derecho Canónico, ya se temieron lo peor cuando Razintger habló en la homilía pre-cónclave, de que no es posible la caridad sin la verdad ni tampoco la verdad sin la caridad.
En definitiva, ahora que he visto la reacción de la progresía, estoy convencido de que el baile sí ha comenzado. Sólo que me equivoqué en un punto : no es un baile con el Papa, es un baile contra el Papa. Estamos en Guerra Civil.
Y claro que esto puede ser un Papado de Transición, más que nada porque Benedicto XVI ha sido elegido a los 78 años de edad, si ustedes me comprenden. Pero eso no significa un papado efímero, porque la clerecía progre no está dispuesta a aguantar ni un año más de juanpablismo.
Si ayer unía a Ratzinger con Hilaire Belloc, hoy vuelvo a hacerlo. "Sobrevivientes y Recién llegados", la obra del historiador inglés, termina con estas palabras, que no pueden resultar más pertinentes ni más actuales:
"No pocos observadores profundos -uno en especial, un moderno judío-francés converso, de muy alto poder intelectual (se refiere a Jacques Maritain) han propuesto, como una probable tendencia o meta hacia la que nos movemos, un mundo en el que un pequeño pero muy intenso cuerpo de la Fe se mantendría aparte, en medio de una creciente inundación de paganismo. Por mi parte, creo que lo más probable es un incremento católico, pues, a pesar del tiempo en que vivo, no puedo creer que la razón humana pierda permanentemente su poder. La Fe se basa en la razón y, por doquiera, fuera de la Fe, la declinación de la razón es manifiesta.
Pero si se me pregunta qué signo podemos buscar para mostrar que el avance de la Fe está a mano, yo respondería usando una palabra que el mundo entero ha olvidado : Persecución. Cuando ésta nuevamente esté en acción, será el amanecer."
La persecución contra Benedicto XVI ya ha comenzado. No quieren que pueda provocar la riada de afecto de su predecesor y se convierta en intocable, o, al menos en inabordable. Quieren matarlo recién estrenado. Y, como toda persecución "a lo moderno", si logran extender su honor (eso que ahora llamamos imagen) por los suelos, utilizarán una de las técnicas más habituales para pervertir la lógica. Exclamarán: "¿Veis como fue un error nombrar a este tipo? Renovémonos".
¿Lo conseguirán? Ni lo se ni me importa: no depende ni de ellos ni de nosotros. Quizás, Benedicto XVI estaba pensando en la oleada que le preparan cuando pronunció sus primeras palabras como obispo de Roma para afirmar: "Me consuela el hecho de que el Señor haya querido trabajar con instrumentos insuficientes". Pues eso, que el futuro de la Iglesia y del Mundo no depende ni de los señores de la prensa ni de la Excufeca"
Eulogio López