Día intenso este miércoles en la lucha entre Luis del Rivero (en la foto) por hacerse con la Presidencia de Repsol y salvar la deuda de la constructora con la banca a cambio de desguazar la petrolera.
Y el acercamiento de Del Rivero al PP no es fácil. Es cierto que para el partido conservador Antonio Brufau no deja de ser una peligroso nacionalista catalán, pero saben a qué atenerse con él. Del que no se fían es de un Del Rivero que ha sido uña y carne con el Gobierno socialista en general y con el todavía ministro de Industria en particular.
Para que quedara clara la alianza, Sebastián obligaba, en la mañana del miércoles, a la Comisión Nacional de la Energía (CNE) a afirmar que no se pronunciará sobre la operación Sacyr-Pemex. Curioso porque la famosa Función 14 asegura que en cualquier operación que conlleve la adquisición de un 20% del capital de una empresa energética, o que siendo menor posibilite el voto por ese porcentaje -en este caso, Sacyr y Pemex han sindicado por el 29,8%- la CNE no tendría sólo que informar, sino que su dictamen es vinculante.
Así que Del Rivero, en su mejor estilo de empresario endeudado siempre necesitado de favores políticos, ha intentado conectar con Mariano Rajoy, al que ya ve como presidente. El líder del PP se ha negado a recibirle pero Del Rivero ha contactado con otro destacado miembro del PP para hacerle un oferta curiosa: si el PP no vetara la operación, él sería presidente y Nemesio Fernández-Cuesta consejero delegado.
No hay que olvidar que Fernández Cuesta fue secretario de Estado de Energía en el primer Gobierno Aznar. Además, Del Rivero ha trasmitido al PP que esta es la forma de pararle los pies a los catalanes, es decir, a La Caixa y que, faltaría más, la españolidad de Repsol no está en juego. Figúrense si no lo estará, que él sería el presidente. Y, por supuesto, el asunto vuelve a perecerse al de Endesa, no habrá venta a terceros.
El problema es que en el PP no le creen y saben que si Luis del Rivero gana la batalla, o bien tendrá que desguazar Repsol para pagar a Emilio Botín o bien tendrá que darle el pase a un tercero, sea su socio Pemex o una petrolera europea.
Por de pronto, el portavoz económico del PP, Cristóbal Montoro, ya ha aludido a la extrañeza que le produce que esta operación se realice al final de una legislatura. Todo resultaría más claro si lo hubiera dicho el propio Mariano Rajoy, pero lo que está claro es que la era de los constructores apalancados está siendo la de la desindustrialización de España.
Eulogio López
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