Sr. Director:
Varios ejemplos hacen dudar de esta afirmación. Fue la idea de hombre fundada en la religión cristiana la que dio origen al reconocimiento de las libertades. Hoy en todo el mundo indican que estamos siendo testigos de una creciente reacción contra la de fondo bajo el asalto de hoy.
Cuando se ha nombrado a Doug Cryer, un cristiano practicante jefe de la Oficina Inmigración y Refugiados de Canadá, la reacción de los activistas homosexuales ha sido que no se le ponga en esa oficina, sino en la del Trigo, donde no toman decisiones de la vida o la muerte acerca de las solicitudes de asilo. ¿Y por qué? Porque Cryer cometió el "crimen" de oponerse al matrimonio del mismo sexo y defendió el derecho de las confesiones religiosas de declarar públicamente el comportamiento homosexual es pecaminoso, algo que le inhabilita para cargos públicos de peso. Antes incluso de empezar a ejercer el cargo y de que se demuestre su presunta incapacidad, se le discrimina.
La parlamentaria Olivia Chow piensa que Cryer, por sus creencias, no puede ser justo para atender las solicitudes de asilo de personas que reclaman la persecución a causa de su homosexualidad. Es como un test de tolerancia religiosa que se pasa a las personas que buscan un puesto en la vida pública de Canadá.
Otro ejemplo, también de Canadá. El Cardenal George Pell de Sydney habló recientemente con la Universidad de Oxford sobre la Sociedad de la intolerancia contra los cristianos en la vida pública. Quizás su ejemplo más flagrante fue la respuesta mordaz contra los que se oponen a la Proposición 8 de California, la enmienda constitucional que cambió la legislación sobre el derecho a contraer matrimonio.
Algunas iglesias fueron saqueadas y algunos que apoyaron la Proposición 8 fueron intimidados en sus lugares de trabajo. El Cardenal Pell dijo que el efecto de este tipo de ataques contra el cristianismo es despojar a los creyentes de su capacidad para hablar en público sobre cuestiones que afectan a la sociedad americana. El silencio de los medios de comunicación acerca de esa violencia en California hace más fuertes a los que intimidar a los creyentes. El prelado también cita terribles ataques anti-cristianos en su propio país, Australia.
El cambio en ley del aborto en el estado de Victoria el año pasado, no sólo despenalizó el aborto, sino que ha quitado a los médicos el procedimiento para ejercer su objeción de ¿La razón? Eso permitiría a los médicos o enfermeras imponer sus creencias sobre la mujer. En cambio, a la ley no le preocupa la presión del Estado a las creencias del médico. Pero tal vez el peor ataque contra el cristianismo se está llevando a cabo en Gran Bretaña. Los ataques son abundantes, pero el hecho que se destaca es el de una madre adoptiva a la que se consideró no idónea para nuevas adopciones porque permitió convertirse al cristianismo a una hija adoptiva a su cargo, que era musulmana.
Unos meses antes de la chica pidió ser bautizada y a pesar de disuadirla de asistir a una iglesia anglicana, la niña musulmana insistió en ir. Eso fue el colmo para los funcionarios británicos. No consideraron apta a la madre para futuras adopciones por no cumplir su deber de preservar a la chica en su religión.
Pero más allá de reconocer el problema, ha de haber una respuesta. Donde el laicismo intenta acabar con la libertad religiosa, deben estar sus defensores. Si el fanatismo anti-cristiano se muestra en la plaza pública, allí deben hablar los que creen en pie de igualdad.
Quizás el Cardenal Pell lo expresa mejor cuando dice, "Los creyentes deben denunciar estos montajes, incluso en Europa, donde hay una pequeña minoría con influencia desproporcionada en los medios de comunicación".
Santiago Chiva de Agustín
santichiva@yahoo.es