Los principios guerrilleros se dan la mano con el amor a las multinacionales.
Pragmatismo. Esa es la palabra que mejor define la línea que ha seguido Lula da Silva como presidente de Brasil y la que supuestamente continuará Dilma Rousseff.
Y pragmatismo es el adjetivo que mejor define la postura que va a emprender el Gobierno brasileño, porque si no, no se entiende que tanto Lula como Rousseff hayan renunciado, al menos de fachada, a sus principios guerrilleros y comunistas (el equivalente al Partido de los Trabajadores, PT) para caer en un progre-capitalismo tan claro.
Hoy en día, la defensa de una serie de principios en la política parece bastante complicada y se tiende a un pragmatismo en el que prime lo económico sobre el resto. Hay que reconocer que el número de pobres ha descendido mucho en un país en el que la diferencia de clases era muy marcada, pero a medida que descendía ese número, también han aumentado los intentos del PT por llevar a la práctica su agenda en contra de la dignidad del hombre (defensa del aborto, matrimonios homosexuales, etc).
Y esto le da igual a las empresas multinacionales a las que lo único que les interesa es situarse en un lugar estratégico, en un país que ha crecido a una media del 5% anual en los últimos años de crisis y que va a acoger los próximos Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol. En estos casos, ambos se dan la mano sin importar nada lo que uno fue, ni lo que uno piensa Lo importante es hacer negocio.
Eso sí, como hizo Lula cuando asumió el poder y visitó el Foro de Porto Alegre y posteriormente al de Davos, Rousseff visitará primero Mozambique y luego, irá a Seúl, a la reunión del G-20. De esa manera, quedará bien con todos.
Con este panorama, es comprensible que Dilma Rousseff afirmara que era creyente y estaba en contra del aborto, cuando antes había dicho lo contrario. Lo importante es llegar al poder y desde ahí, hacer lo que se quiera, mientras no se dañe a las multinacionales.
En el fondo, una vuelta de tuerca más al progre-capitalismo, pero esta vez, a la brasileña.
Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com