Todo el drama de la política actual, así como el de la derecha, puede resumirse en las palabras de Mariano Rajoy en su famoso discurso de Elche: Me presento porque creo que uno y que no divido porque quiero un Partido Popular en el que estén integrados todos. Aquí caben todos: liberales, democristianos y socialdemócratas. Quiero un Partido Popular que sea moderado, abierto e integrador y no un partido de doctrinarios.

De entrada, parece difícil tanta integración más que nada porque el agua y el aceite no se integran y cuando el agua se integre con el vino el resultado final resulta lamentable. Eso es exactamente lo que ocurre cuando se mezcla la democracia cristiana con el conservadurismo o el liberalismo con la socialdemocracia. Es centro-reformismo en estado puro, que ya se encargó de definir con inigualable rigor el señor Marx (Groucho, no Carlos): Estos son mis principios... pero si no le gustan tengo otros.

Rajoy practica el pluralismo interno es decir, el pensamiento débil. Si en un partido que, como su mismo nombre indica, supone una elección entre principios contradictorios como por ejemplo, el Estado del Bienestar de la Socialdemocracia y la neutralidad del Estado que exige el liberalismo, o por ejemplo, con los salarios dignos que postula la doctrina social de la Iglesia, de donde procede la democracia cristiana, y el conservadurismo, que trata de eso: de conservar las diferencias de riqueza entre las distintas clases sociales. El liberal considera que el individuo decide sus propias normas morales, mientras que el democristiano apelará a la ley natural. Y así con todo.

El pluralismo interno es pensamiento débil y necedad profunda. El pluralismo interno es lo que históricamente ha llamado esquizofrenia, patología actualísima en el mundo de hoy. Una persona, o un partido político, o una asociación, o una ONG, o una Iglesia, o un equipo de fútbol, tienen que poseer un objetivo común, el objetivo constituyente. La libertad consiste en que cada cual puede adherirse a la Iglesia, ONG, partido, asociación o club de fútbol que le venga en gana, y la democracia consiste en el pluralismo externo, en que se pueda elegir iglesia, partido político o equipo de fútbol. Si eres conservador, al PP, si eres socialdemócrata al PSOE (en ambos casos, creo). Y si eres liberal o cristiano... casi mejor que votes a fuerzas extraparlamentarias. Al menos en España.  

Porque, si el PP es conservador y liberal, democristiano y socialdemócrata, ¿para qué necesitamos partidos políticos? Quedémonos con el partido único, presidido por un tal Rajoy o un tal Zapatero, y, de paso, anulemos las elecciones, que no dejan de provocar gastos absolutamente innecesarios, justamente ahora, que ha llegado la crisis. O resumido en palabras de un militante popular entrevistado para televisión: Como Rajoy ha dicho que en este partido cabe todo el mundo el debate ideológico sobra.

Eulogio López

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