El Gobierno se dispone a otorgar dos canales en abierto : uno para Polanco, pero el otro se lo disputan El Mundo, Vocento, La Vanguardia y Grupo Zeta. Los que se queden fuera se volverán contra el Ejecutivo. Moncloa preocupado por el control italiano de los medios de comunicación españoles. Y en esas, Carlotti pretende comprar El Mundo. A-3 TV y Tele 5 incumplen el pacto contra la telebasura, dice el Gobierno, muy asombrado.
Durante la mañana del jueves 3, en los pasillos ministeriales y en los medios de comunicación sólo se hablaba del editorial de El Mundo, periódico dirigido por Pedro J. Ramírez. Ni los más viejos del lugar recordaban un editorial de esa guisa. Pedro J. amenazaba al Gobierno socialista con acciones sociales.
Esto de lo social está muy de moda. Fue el mismo adjetivo que empleó el consejero delegado del grupo Vocento-ABC, otro candidato a televisión en abierto, para exigir exactamente lo mismo. Al parecer, tanto Pedro José como Pitu Bergareche analizan con mucha precisión los deseos de la sociedad, aunque no coincidan: el uno piensa que la sociedad exige al Gobierno Zapatero que le regale un canal a El Mundo y el otro piensa que la sociedad exige lo propio para Vocento.
Y aquí radica el gran problema, la gran decisión. En el Gobierno, y en concreto en la Secretaría de Estado de Comunicación, que lidera Miguel Barroso, así como en Ferraz, la opinión es que se deben conceder dos nuevas licencias de emisión en abierto. No una, sino dos. La primera, por supuesto, para don Jesús Polanco, que de este modo podrá abrir Canal Plus, mientras -en España no existe la palabra incompatibilidad ni el concepto de libre competencia- continúa reteniendo la televisión de pago, es decir, la central de compras de productos audiovisuales más importante de España, así como la primera red de televisiones locales, que ningún Gobierno regional en su sano juicio se atrevería a prohibirle.
Ahora bien, la cacicada de otorgarle un canal en abierto al editor más importante de España es de tal calibre, que el Gobierno se vio obligado a conceder una segunda licencia. Mal hecho, porque al menos cuatro grupos se presentan al concurso : Vocento, el mayor grupo de prensa regional de España, Recoletos-El Mundo (no olvidemos la orden de Zapatero : A Pedro Jota hay que matarlo a besos), La Vanguardia y Zeta.
Estos dos últimos pasan factura por los servicios prestados a la causa socialista, que han sido muchos. Zeta por convicción y La Vanguardia por pacto entre el Conde de Godó y don Alfredo Pérez Rubalcaba.
Vocento es el grupo de prensa regional más importante del país. Puede ser mal enemigo. Sin embargo, aún peor es tener en contra a Pedro J. Ramírez, especialista en investigar escándalos o en trabajar escándalos: lo social tiene su importancia.
Así que el Gobierno no se decide. También podía otorgar tres licencias pero entonces se les echarían encima los canales ya ejercientes, Tele 5 y A-3 TV, que sufrirían un grave descenso de su facturación publicitaria y de su cotización bursátil.
Y es ahí donde surge Mauricio Carlotti, consejero delegado de A-3 TV y hombre, como a él le gusta recordar del grupo italiano De Agostini, que no de Planeta. Pues bien, Carlotti quiere comprar El Mundo a sus compatriotas de Il Corriere della Sera, y presionar para que Lara deje morir a La Razón. Y si no, es igual: él, desde A-3 TV, tendría un canal de televisión, una radio y un diario, es decir, multimedia completo.
La verdad es que el Gobierno Zapatero anda preocupado con el excesivo poder que los italianos tienen en los multimedia españoles: controlan Tele 5 (Berlusconi), controlan A-3 TV (De Agostini-Carlotti) y controlan El Mundo (Corriere della Sera). Todos medios progresistas, pero progresistas de derechas, oiga usted. Así que cada vez el Ejecutivo se convierte en más esclavo de El País y de Jesús Polanco. Es más, Fernández de la Vega ha hecho saber, en sus famosas reuniones, vis a vis, con periodistas, que ella al menos no está por la labor de que esto continúe así: hay que librarse de los italianos, que nunca te puedes fiar de ellos y podrían acercarse al Partido Popular. Carlotti ofrece al Gobierno anular a uno de los pretendientes, pero, naturalmente, Pedro José y Jaime Castellanos, de Recoletos, no están por la labor.
Las espadas están en alto. Pedro José, en su mejor estilo, así como Vocento, amenazan directamente. Polanco, de carácter serbio, vive y reina: se le concederá un canal o no habrá canales para nadie. A-3 TV y Tele 5 no discuten, simplemente recuerdan que son los más vistos y que el poder político de la televisión es muy superior al de la prensa, y que cualquier día podrían convertirse al centro reformismo de Mariano Rajoy. Por su parte, el Gobierno se queja de, pongamos por caso, que los dos canales privados no han cumplido el pacto contra la telebasura, conocido nada menos que como Acuerdo para el fomento de la regulación sobre contenidos televisivos e infancia. Y es cierto, nadie lo ha cumplido pero seguramente nadie en Moncloa esperaba que se cumpliera.
El Gobierno, a la postre, se cual sea su decisión final, petrificará el actual sistema informativo vigente en España, perpetuando el oligopolio informativo reinante. Pero lo cierto es que si no se entiende lo que está pasando, no se entenderán los contenidos que se lanzan a los ciudadanos en esta sociedad de la información.