El programa "De las Artes y las letras" (Intereconomía) ha sorprendido otra vez con un programa dedicado al clásico sobre los tres pastores de Fátima, del que ya hemos hablado en Hispanidad. Insisto, no busquen ustedes la verdad en los programas estrellas de la radio, ni en los espacios televisivos de mayor audiencia, ni en los periódicos de gran tirada: son muy previsibles.
El último sociólogo famoso, el conocido John Nasbitt, autor de las Megatendencias, aseguraba -ojo, cuando aún no existía Internet y su explosión de millones de pequeñas páginas independientes, las pequeñas voces de un mundo pequeño- que no le interesaban nada los grandes medios, pongamos el Herald Tribune, Financial Times o el Times. No, sus consejos a Reagan o Gorvachov salían, decía el rey de la sociología aplicada, de las noticias extraídas de la prensa local, aquélla que habla de personas, no de sistemas.Pues eso, Carlos Francino, Carlos Herrera o Federico Jiménez, son muy previsibles, no les dirán a ustedes nada nuevo. Pero "De las Artes y las Letras" sí. Al menos, lo hizo el pasado domingo 27.
Fue entonces cuando el director del espacio, Javier Paredes, nos sorprendía con la presencia en el estudio de Fabio Macnamara -no confundir con Robert McNamara-, el creador de la Movida madrileña, incluso el ideólogo, junto a su socio, Pedro Almodóvar. Aún figura en Youtube el vídeo de ambos con un morreo homo y pidiendo un hijo a quien ponerle por nombre Lucifer.
De Almodóvar, quien, naturalmente, abandonó a su compañero en cuanto dejó de necesitarle y a quien considera un apestado desde su conversión, oyen ustedes hablar cada día; de Macnamara ya no, aunque la prensa progre, en especial El País, no se cansara de alabarle tanto veinte años atrás. La razón es sencilla: Macnamara se ha convertido al cristianismo, y, por tanto, tanto para la prensa progre -de izquierdas o de derechas, para El País o para El Mundo- Fabio no es más que un traidor a la gloriosa causa de la perversión.
Y ahí tienen al creador de la movida, hablando de las apariciones de Fátima, convertido gracias al rezo del rosario -¿qué tendrá esta oración, tan reiterada, tan eficaz, que mueve montañas?- que desgranaba con su madre cuando era pequeño. Y ahí le tienen defendiendo su alegría actual: antes era una diversión ficticia y demoniaca, ahora estoy con un optimismo donde me río de todo, sobre todo de ZP, confiesa Macnamara con un guiño puñetero.
¿Cómo descubriste a Dios?, pregunta el locutor. Respuesta: por el dolor... y por la oración de su madre, que al parecer también resulta de lo más eficaz. "Ya caerá", le decía un sacerdote a la madre de Fabio.
Y el humor, que nunca falta en el converso: desde que me curó la Santísima Virgen, tengo mejor cutis, mejor salud y más optimismo. Antes siempre estaba enfermo. Ahora, pinto mucho mejor que antes.
Por cierto, ¿se ha terminado el sufrimiento de Macnamara? ¿Todos sus pasados excesos, esos que ahora canta la progresía como grandes logros en igualdad de derechos, le han pasado factura? Por supuesto que sí. La conversión no consiste en cambiar la realidad, sino en cambiar al hombre. De la conversión puede decirse lo mismo que dicen los madrileños del carácter: mejora o empeora pero no cambia. La huella del pecado queda en su tono de voz, pero Fabio Macnamara es un hombre nuevo.
Y, por tanto alegre. Contaba cómo le engañaron, a él y a tantos otros, cuando soñaba con ser una estrella del rock, que no es más que "un cuento chino, bueno, mejor dicho, cochino". ¿Que qué es la conversión? Pues que tenía un billete para el Infierno y compré uno para el Cielo, que es mucho más divertido. Al parecer para ser humilde y explicar las cosas con sencillez hay que haber vivido en el horror del pecado.
Pero vuelvan a observa Wikipedia, esa tan democrática como manipulada enciclopedia de la sabiduría internetera, y no verán referencias a lo que el propio Fabio considera lo más importante que le ha ocurrido en su vida: su conversión. Y quien escribió la biografía sabía que se había convertido: ¡Vaya si lo sabía! Lo sabía tan bien que le califica como subcultura. Y en efecto, la movida era una grandísima chorrada patrocinada por los socialistas de la época, mimada, en concreto, por el gran ideólogo, entonces alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván. Ahora bien, esa no es la cuestión. La cuestión es que Macnamara debe ser borrado del mapa porque ha cometido el horrible pecado progre de convertirse a Cristo. La prueba del nueve: cuando Wikipedia describe a Almodóvar, no habla de subcultura, sino de referente cultural. Y es que Wikipedia es tan democrática como cobardona. Cultura, según la Wiki, es lo que tiene éxito. Es decir, cultura es el poder.
Es igual: los más o menos que hayan escuchado de las Artes y las Letras se habrán sentido impresionados por el nuevo Fabio. Y le importará un bledo no formar parte de la masa que, como diría Fabio, no sólo es un cuento chino, sino un poco cochino.
Y es que, ahora, Macnamara ha descubierto que el cristiano no necesita del triunfo, conjura de la soledad, porque el cristiano nunca está solo.
¡Ocultad a Macnamara! Su ejemplo es, en verdad, subversivo.
Eulogio López