Todavía no sabemos quién es Barack Obama pero ya sabemos que le gusta ser el centro de atención, como a Soraya.

Los astros de la pantalla y de la más sucia festejan el advenimiento de la nueva era y la cursilería entre los medios informativos a la hora de inventar ditirambos para el nuevo presidente hacen temer lo peor.

No obstante, para mí, lo más significativo del nuevo mandatario norteamericano es que, en su macrofiesta de inauguración de mandato, participen un obispo -protestante- gay y un pastor evangelista más bien poco partidario de la sodomía. Es lo que Obama llama modernidad y tolerancia, pero que algunos identificamos con la incoherencia.

En definitiva, es el viejo sincretismo del imperio Romano, en su decadencia: cuando nadie creía en nada aceptaba todo, también la contradicción.

Eulogio López

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