¿Escáneres personales en los aeropuertos? ¿Y por qué? En materia de seguridad, la relación causa-efecto siempre es muy variable. Dicho de otra forma, un escáner puede evitar un atentado... o no. Pero lo que está claro es que constituye un atentado contra la intimidad.
Mis michelines son míos y no tienen por qué estar la vista del segurata de turno.
Pero el asunto tiene más calado: poner escáneres en los aeropuertos es un paso más dentro del proceso que guía al dictador de mañana, donde todas las tiranías se harán en nombre de nuestra salud y de nuestra seguridad.
La Gripe A, las ridículas e imposibles normas de tráfico que rigen en España, la intromisión del Estado en la familia, robando los hijos a sus padres porque están gordos, la prohibición de fumar, beber y de expresarse (atentado contra el derecho al honor, algo gravísimo), son pequeños jalones en ese camino hacia la dictadura.
Antes al delincuente se le perseguía; ahora no hay delincuentes, al infractor se le ayuda para reinsertarse en la sociedad en la sociedad del Gran Hermano, se entiende, donde a cambio de una presunta buena salud, de una presunta vida más larga, de una presunta seguridad, nos arrebatan nuestra intimidad y nuestra libertad.
Vivimos en la sociedad del viejo chiste, donde el médico prohíbe a su paciente fumar, beber, trasnochar, tener una vida sexual, le somete a un régimen draconiano, etc. Cuando finaliza el aluvión al paciente sólo le cabe una pregunta:
-¿Y así viviré más, doctor?
A lo que el facultativo responde:
-No lo sé, pero se le va a hacer de un largo...
Los médicos no nos han alargado la vida sino la vejez, y las medidas exageradas de seguridad -como los escáneres- no aumentan nuestra seguridad sino nuestro miedo. Pero ambos, salud y seguridad, producto de nuestro miedo a la muerte, se han convertido en las mejores armas de los nuevos tiranos: ¡No a los escáneres!
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com