Sr. Director:
A veces nuestra exigencia personal se vuelve dureza y pierde su sentido originario.
La exigencia es buena pero debe ser amable, porque la virtud lo es.
Los humanos, que tendemos a perder la objetividad, lo mismo creemos que somos fantásticos que nos parece que somos horrorosos. Y, habiendo de todo un poco, verdad es, que para ser mejores hay que luchar y para ello hay que mimarse un poco.
Cuando fallan las fuerzas, hay que descansar, como si de una prescripción médica se tratase.
A veces hay que vaciar un poco el peso que llevamos a nuestras espaldas, podemos delegar en otra persona, dejar el asunto aparcado unos días o deshacernos temporalmente de esa responsabilidad, si fuera posible.
Esa inteligencia de la que presumimos tanto, debe aplicarse en primer lugar a lo más importante entendiendo que la caridad empieza por uno mismo.
Sólo podemos dar lo que tenemos, por lo tanto, para ser útiles a los demás debemos estar en buenas condiciones.
Si no estamos bien, si nos falta energía, si vamos sobrepasados, medio hundidos, malhumorados y deprimidos, quizás debamos mimarnos un poco.
El descanso y la diversión son tan necesarios como trabajar o ser serios en la vida, porque todas estas cosas son las que nos ayudan a ser persona y nos equilibran.
Mímate: ni más de lo que te corresponde, ni menos de lo que debes.
Mª Luisa García Ocaña
tomillar85@gmail.com