Al final el resultado puede ser una subida de la presión fiscal, pero ese es un concepto, que según el todopoderoso asesor económico de Rodríguez Zapatero, el contribuyente es incapaz de valorar. Por tanto, ha impuesto a hacienda su tesis de que para mantener el equilibrio fiscal y al mismo tiempo aparecer ante la ciudadanía como un Gobierno que baja los impuestos, lo importante es reducir desgravaciones.
Como ya informara Hispanidad, la reforma fiscal del Gobierno Zapatero consiste en el 30/30/30 (IRPF, impuestos de sociedades e impuestos sobre el ahorro). A cambio, dado que esto supone dos rebajas y un aumento (el de la imposición sobre el ahorro) el PSOE reduciría o anularía todo tipo de desgravaciones y subvenciones, especialmente las dos más importantes: vivienda y fiscalidad.
Al mismo tiempo, se trata de que el impuesto sobre plusvalías tenga unos mínimos amplios, que permitan pagar a las plusvalías más pequeñas (el límite que se baraja es de 12.000 euros). A quien más preocupa esto es a la banca privada, que vive de la administración de patrimonios, así como a los gestores de fondos de inversión y fondos de pensiones.
¿Y si esa reforma supusiera una huída de capitales? La respuesta de Sebastián es que se trata de capitales muy poco productivos. Y en eso tiene más razón que un santo.