Lizzie y su hijo Frankie viajan continuamente por todo Reino Unido, y nunca se asientan en ninguna ciudad. Parecen huir de algo. Para que el niño (que es sordo) se sienta feliz, Lizzie ha inventado la figura de un falso, e ideal, padre que escribe a Frankie maravillosas cartas (llenas de imaginación) desde el barco en el que recorre el mundo. Pero, por desgracia, la ficción puede venirse abajo cuando el niño descubre que el navío (el Accra) va arribar en el puerto de la ciudad donde viven. Lizzie tiene muy poco tiempo para buscar un padre ficticio que no desilusione a su hijo.
Mi querido Frankie es un conmovedor drama británico, en la misma línea de películas tan inolvidables como Goodbye Lenin o Un ganster para un milagro, que muestra hasta donde puede llegar el amor de una madre para intentar conseguir que su hijo sea feliz.
Una historia llena de sensibilidad y ternura que no deben perderse.