Ir contracorriente no es malo. De hecho, a día de hoy, me parece muy bueno. Hay cosas que de suyo, son malas o por decirlo más suavemente, están mal hechas.
Las acciones personales son buenas o malas. Si actuamos bien, nos hacemos mejores. Si actuamos mal, nos hacemos peores.
Estamos siempre en proceso de formación y nuestro obrar no es ajeno a nosotros mismos.
De tal modo, que el hombre para desarrollarse conforme a su dignidad, debe esforzarse y orientar su vida siempre en la búsqueda del bien y de la verdad. Y esto no siempre es fácil, aunque francamente es de lo más gratificante.
La pregunta sería ¿y donde está el bien y donde la verdad? Su respuesta no es difícil pero queda oculta para quien sólo se busca a sí mismo.
Si por el contrario, procuramos el bien ajeno, estaremos muy cerca de la verdad, porque una y otra están intrínsecamente unidas y de hecho desembocan en el mismo sitio.
Reconozco que supone un continuo esfuerzo y el reconocimiento sincero de que no somos nada, nada podemos por nuestras solas fuerzas y estamos a merced de una inteligencia superior, que para suerte de los mortales, viene adornada de todas las bondades y misericordias inimaginables.
Por el contrario, todos los listillos de turno, todos los sabelotodo, todos los incrédulos que aman su ignorancia y no quieren salir de ella, todos ellos, se auto excluyen de dicho conocimiento.
Llegados a término, unos y otros, continuaremos de algún modo, por la senda escogida.
No existe un Dios castigador e inmisericorde, pero tampoco un Dios indiferente y tontucio.
Digamos que el tiempo apremia y que es importante descubrir donde está la llave que conduce al paraíso.
Mª Luisa García Ocaña
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