Pero anima también a que marquen la otra casilla, la de las ONG, llamada Fines Sociales. Y lo explica muy bien. Cualquiera de los dos 0,7% sin marcar supone que ese dinero, como el resto de los impuestos, se los apropia al Estado.
En resumen, habrá que repetir, porque se miente mucho al efecto, que el llamado impuesto religioso no es tal impuesto sino la única libreta fiscal que posee el ciudadano español, y que se resume en el 1,4%. En resumen, el 98,46% restante es un cheque en blanco que le otorgamos a los políticos.
Me parece interesante la iniciativa. Y, en cualquier caso, si esa libertad fiscal se llama impuesto religioso, que vivan los impuestos religiosos. O políticos, o deportivos, o taurinos. Que viva, en resumen, la libertad del ciudadano para decidir dónde va a parar el dinero de sus impuestos.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com