Sr. Director:
Me parece injusta la lluvia de ataques a la Iglesia que le cae con fuerza en España desde hace año y medio. En Cataluña se ha materializado en el desmedido laicismo del Estatuto Catalán, que no contó en ese punto con los votos de los nacionalistas de Convergencia y Unió (CIU) ni del PP; éste lo rechazó en bloque por sus inequívocas tintas de inconstitucionalidad en tantos apartados. El laicismo es frío, calculado, marxista y desestabilizador de la sociedad católica, muy importante también en Cataluña.
Como ha sucedido siempre, las críticas a la Iglesia sólo sirven para revitalizarla y despojarla de hojarasca.
Interesadamente, se magnifican los errores de algunos cristianos y se silencia tanto bien derramado a través de los más de dos mil años de cristianismo fecundo; se airean las torpezas reales o aparentes de unos pocos, y se saltan infinidad de páginas brillantes de la historia cristiana. Como dice el agnóstico Leo Moulin, profesor de Historia y Sociología de la Universidad de Bruselas, "tras un balance de veinte siglos de cristianismo, las luces prevalecen ampliamente sobre las sombras".
A la Iglesia le debe el mundo occidental muchas obras que sirvieron para su progreso y desarroll salvó la cultura grecolatina, enseñó las letras en las primeras escuelas, impulsó las primeras universidades e inspiró el arte y la literatura...
Al lado siempre del hombre, continúa creando y sosteniendo obras humanitarias y culturales por el mundo entero, prestando acogida, curando cuerpos y almas, aportando compasión y apoyo, ayudando admirablemente a los hombres a llevar su carga como si de la propia se tratase (muchos no pueden atender a los suyos, y ahí están las congregaciones religiosas y tantísimos laicos cristianos que actúan como voluntarios, impulsados por su fe). Y lo mejor: nos ofrece a Cristo, Aquél en quien todos somos importantes y dignos de amor.
Como dijera Van Thuan, el cardenal vietnamita que padeció durante trece años riguroso arresto del régimen comunista de su país, en estos momentos en que "el mundo rechaza los valores de la civilización de la vida, del amor, de la verdad, nuestra esperanza es la Iglesia" (Van Thuan).
Josefa Romo
pepirromo@yahoo.es