Señor Polanco: ¡Usted me manda!

 

El diario El País (no sé si les he comentado que es el más leído de España), muy preocupado por el futuro del Partido Popular, aconsejaba recientemente a la formación que dirige Mariano Rajoy que debía separarse de la Iglesia si no quería que los españoles le retiraran su apoyo (pues, bueno es don Jesús cuando interpreta la voluntad del pueblo soberano: no falla una). ¡Usted me manda, don Jesús! Dicho y hecho: Los populares han retirado de su "frontis" programático eso del "humanismo cristiano", y lo han cambiado por lo del "humanismo occidental". Es decir, hemos pasado de la horterada (lo de humanismo cristiano siempre me ha parecido un eufemismo de lo más cursi) a la muerte, porque Occidente viene de "occidere", que significa "morir", porque Occidente es donde muere el sol, y con él la luz y la vida.    

 

¿Pensaba don Mariano que, agradecido, el bueno de Polanco le haría una caricia? ¡De eso nada, muchachito!: Ni Roma ni Prisa pagan traidores. Muy al contrario, El País le hace ver la contradicción de solicitar (lo hizo el Gobierno Aznar) que la futura Constitución Europea incluyera una referencia al Cristianismo y, al mismo tiempo, el propio peticionario lo retire de sus Estatutos: Contradicción flagrante (y, por una vez, y sin que sirva de precedente, El País tiene razón).

 

¿Quién es el ideólogo del centro-reformismo? Sin duda, Aznar, el refundador de la llamada Internacional Democristiana, que, como no sentía vergüenza alguna de su denominación tenía tiempo para democratizar la Europa posterior a la II Guerra Mundial y, de paso, todo el mundo libre.

 

La verdad es que nunca me ha gustado lo de humanismo cristiano, que siempre me ha sonado a Cristianismo humanitarista, es decir, meramente humano, es decir, vacío de contenido. Como humanismo, el Cristianismo no vale gran cosa, porque el Cristianismo no es una ideología, sino un credo, una filosofía, una cosmovisión. Pero esto del "humanismo de tradición occidental", ¡es muy fuerte Lionel!

 

Al parecer, este humanismo mortuorio no deja de ser la meta lógica cuando alguien, por ejemplo, el señor Aznar, empieza a confundir los principios ideológicos con los puntos cardinales, y se empeña en no situarse ni a Oriente ni a Occidente, ni a la izquierda ni a la derecha, sino justamente en el centro.  

 

Por cierto, que el humanismo occidental o centro reformismo no es de ahora. Poco hay de nuevo bajo el sol. Lo del centro-reformismo (como casi todo en los siglos XX y XXI) procede del XIX y se inventó en España. Alguien, un tal general O'Donell, se propuso crear un nuevo partido que acogiera a moderados y progresistas. Era la Unión Liberal, y el pueblo, que es listo y tiene un poco de mala uva, enseguida les encontró apodo: "Los turroneros". Y esto por dos razones: porque en ningún momento ocultaban que lo de los principios no era lo suyo y que iban "a por el turrón" y que, como el estupendo dulce alicantino, al menos el tradicional, el genuino, se distinguían perfectamente sus componentes. Vamos, que no es una síntesis como el café con leche, sino que cada cual estaba donde solía estar.

 

Por cierto, la experiencia de la Unión Liberal de O'Donell terminó con el destronamiento de Isabel II, y fue el único partido que consiguió mantenerse en tres guerras civiles simultáneas: la Guerra Carlista, las guerras cantonales y la Guerra de Cuba.  Lo digo por si alguno, o alguna, se da por aludido.

 

Pero eso no ocurrirá ahora. No teníamos a Mariano Rajoy como comentarista deportivo.

 

Para mí, que si el Partido Popular hubiera sido coherente con sus principios, que son principios cristianos, sin humanitarismos anexos, le hubiera ido mucho mejor.

 

Eulogio López