Para ser sindicalista, el ministro de Trabajo del Gobierno Zapatero, Valeriano Gómez, es un monstruo.

Ahora se dispone a certificar la precariedad laboral sin límite temporal, al tiempo que pide moderación salarial. Los empresarios deben sentirse felices, aunque no debería, porque el empelado más eficiente es que el cobra un sueldo que le permite sacar adelante a su familia.

España es un país de salarios bajos y el consumo de los españoles está por los suelos. No se trata de moderar unos salarios ya de por sí moderados sino de todo lo contrario: de elevarlos hasta equipararlos con la media europea. Al tiempo, si es necesario reducir los impuestos que gravan el empleo, especialmente las cuotas sociales, pues se hace. Los españoles de bien están dispuestos, en tiempos de megacrisis, a trabajar más horas, al despido libre y a la movilidad funcional con tal de recibir un salario digno. Sí, también al despido libre, porque es de justicia: el empresario contrata cuando necesita lo necesita y despide cuando no factura lo suficiente.

A ver si nos entendemos: a esta reforma, la reforma por antonomasia, sólo se ponen aquellos que prefieren vivir del subsidio a vivir del trabajo y, como formulada la cuestión en estos términos, resulta vergonzante, de hecho es vergonzoso. A los subsidios públicos los llaman derechos sociales. ¿Hay que reducir los derechos sociales, es decir, las prestaciones públicas hasta que se aclaren las cuentas públicas? Por supuesto que sí.

Pero Europa apoya esta moderación salarial. Claro, porque la actual Unión Europea es plutocrática, trabaja para los mercados financieros y contra la economía real. Es la Europa de los ricos frente a los pobres, que estadistas tan miopes como la alemana Angela Merkel no logran ni vislumbrar.

Por otra parte, partimos de un déficit público que exige reducir el Estado. El pacto PSOE-PP, el mismo que ha roto el PSOE, no es suficiente. ¿Un 0,4% de déficit a partir de 2020? Valiente tontería. Usted, Estado, está gastando más de lo que ingresa y encima, para solucionar ese desfase, se ha endeudado y los especuladores le exigen endeudarse a precios cada vez más altos… ¡para pagar la deuda anterior!

Traduzcan esto a la economía familiar. Si una familia gasta más de lo que ingresa y encima le debe dinero al banco, ¿se conformarían los padres con seguir gastando más de lo que ingresan mientras la hipoteca bancaria cada vez les exige más amortización? No, lo que harían serían gastar menos de lo que ingresan y con el sobrante ir amortizando cuanto antes la hipoteca. Pues el Estado lo mismo, porque el Estado no es más que una macrofamilia -sí, sólo económica- que todos pagamos a escote.

El pacto PSOE-PP llega tarde y se queda corto. Ahora bien, no se trata de equilibrar las cuentas del Estado sino de reducir el tamaño del Estado y de aumentar el consumo privado. Eso sólo se consigue pagando mejor -más salarios netos y reduciendo el déficit -reducción de las prestaciones públicas (derechos sociales incluidos)- y fomento del trabajador más productivo y más eficiente.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com