Los pingüinos del Sr. Popper traslada a la gran pantalla un cuento clásico infantil norteamericano escrito (en los años 30) por el matrimonio formado por Richard y Florence Atwater que los responsables de esta comedia  han ambientado en la época actual.

Popper es un ejecutivo inmobiliario, agresivo y egoísta,  que acaba de separarse y se muestra incapaz de congeniar con sus hijos.  Marcado desde la infancia por las ausencias de su padre, un gran viajero, tras la muerte de éste recibe un curioso legado: media docena de pingüinos que cambiarán el ritmo de su día a día…

Aunque entretenida, no encontrarán sorpresas argumentales en el desarrollo de esta comedia dirigida a todos los públicos que, en su desenlace previsible, lanza un mensaje muy positivo: siempre es posible rectificar y dedicar más tiempo a lo que merece la pena: la familia.

El actor Jim Carrey  se mueve cómodo entre pingüinos digitales y personas de carne y hueso. Con los primeros da rienda suelta a sus grandes dotes de gesticulador (sin pasarse en exceso) y, con los segundos, protagoniza alguna escena realmente bonita  con sus hijos en la pantalla.

Aunque, como indica el título de este largometraje, quienes tienen protagonismo son los pingüinos,  a cada uno de los cuales se le dota de una personalidad definida (por cierto, ¿qué fiebre le ha dado a Hollywood (en los últimos años) que nos ha llenado las salas de cine con relatos protagonizados por esta extraña ave: recuerden Happy Feet, Locos por el surf o El viaje del emperador?)

Los adultos nostálgicos repararán en el otro guiño divertido de la película: la presencia en el reparto de la veterana y siempre competente actriz Angela Lansbury, recordada como la inolvidable Bruja novata, de Disney,  o por su encarnación de la metomentodo escritora Jessica Fletcher en la serie televisiva Se ha escrito un crimen

Para: Los que les gusten las películas familiares sin sorpresas argumentales