El Santo Padre reconoció, ante los participantes en el congreso mundial de la Federación Internacional de Medicina del Deporte (FIMS) en Roma, "la capacidad del deporte y del atletismo para unir a las personas y a los pueblos en la búsqueda común de una pacífica excelencia competitiva".
"Así como el deporte es algo más que competición, cada deportista es algo más que un mero competidor: está dotado de una capacidad moral y espiritual que debe ser enriquecida y profundizada por el deporte y la medicina deportiva.
A veces, sin embargo, el éxito, la fama, las medallas y el dinero se convierten en el principal o incluso en el único motivo para los que se dedican a ellos. También, de vez en cuando, ha ocurrido que el ganar a toda costa reemplazase el verdadero espíritu del deporte, y se ha llegado al abuso y al uso equivocado de los medios a disposición de la medicina moderna", observó el pontífice.
Este tema es una de las preocupaciones de los organizadores del congreso a quienes el Santo Padre recordó que las personas de las que se ocupan son "individuos únicos y dotados de talentos, independientemente de sus capacidades atléticas, que están llamados a la perfección moral y espiritual antes que a la llamada de cualquier conquista física.
En efecto, San Pablo señala en su primera carta a los Corintios, que la excelencia espiritual y deportiva están estrechamente relacionadas, y exhorta a los creyentes a entrenarse en la vida espiritual".
Lluis Esquena Romaguera