No le gusta nada al presidente del G14 el mantra del nuevo modelo económico. Sobre todo porque el mantra significa menos ladrillo. Y Pérez tiene todo un argumentario para no demonizar al ladrillo. Primero: la tecnología y el I D alemán les ha llevado a caídas en la actividad del 6%; lo mismo se puede decir de Japón. Segundo: el sector de la construcción contribuye al conjunto de las administraciones públicas en un 31%. Así que si queremos salvar el déficit, necesariamente hay que pasar por el ladrillo.
Y tercero y más importante. El sector de la construcción es un motor generador o destructor de empleo importantísimo. Desde enero de 2008 ha destruido 1.500 empleos directos diarios a los que hay que sumar los indirectos. Si queremos recuperar el empleo perdido no hay más remedio que volver a subir al andamio a los que están en las listas del paro.
Y por si fuera poco, ellos se dedican a satisfacer una de las principales aspiraciones de los ciudadanos: una vivienda en propiedad. ¿Por qué demonizarles? El argumentario, hay que reconocerlo, está currao.