Kuwait Investment Office (KIO), Kuwait Investment Authority (KIA) y el más importante y más desconocido de todos, el National Investment Group (NIG) andan de visita por España. En teoría, SM Juan Carlos I ha conseguido que se interesen por invertir en nuestro país. En práctica, no quieren comprar empresas, sino casas. Los musulmanes, especialmente los países ricos o los terroristas ricos -Ben Laden- sienten obsesión por España, es decir, por Al Andalus, al que quieren islamizar pues consideran que la Reconquista constituyó una usurpación. Un detalle, la sala de junta principal del NIG en su sede central se llama Alhambra.
KIO y KIA vuelven a España porque SM el Rey Juan Carlos I les ha llamado, tras solicitar al emir del país, Sabah al Ahmad Al-Jaber Al-Sabah, que invierta en la piel de toro. Al tiempo, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, busca dinero inversor en los emiratos, especialmente en Kuwait y Abu Dhabi, por el momento con poco éxito. Los empresarios españoles que han tratado con los kuwaitíes y que posteriormente han hablado con Hispanidad, coincide en un punto: los kuwaitíes no quieren invertir en nuestras empresas: lo que quieren es comprar inmuebles, que están baratos. Los kuwaitíes pretenden competir con las saudíes en el control inmobiliario de la Costa del Sol.
Lo curioso es que cuando KIO apareció por España, durante el último tramo de la década de los ochenta, los periodistas económicos nos dedicamos a los que mi buen amigo, Manuel Martín, entonces secretario general del Banco Popular, calificaba como fantasías moriscas. Tampoco era tan complicado: sólo había que saber varias cosas: que en Kuwait, un país al que, al parecer, Sadam Husein tenía cierta envidia. Mandaban los Al Sabah, pero dada la poligamia del reino, las ramas de la familia eran interminables, como un discurso de Fidel Castro.
El segundo dato, más que necesario, consistía en que en Kuwait no distingue lo público de lo privado. En otras palabras, sea el brazo inversor KIO -presuntamente privado-, KIA -presuntamente público- o NIG -presuntamente no se sabe- los Al Sabah siempre aparecerán detrás. Simplificando mucho, su aventura en España veinte años atrás no supuso un impulso de dinero sino un flujo de dinero absolutamente especulativo, que dejó en la ruina a una ristra de empresas con el siguiente balance: los Al Sabah (un Al Sabah dirigía las operaciones en España) ganaron dinero y se marcharon, porque a efectos judiciales, no representaban a un país, sino a un Estado. Por su parte, una serie de empresarios españoles, especialmente Javier de la Rosa, acabó en la cárcel, y también fue a prisión Manuel Prado y Colón de Carvajal, conocido como el administrador real. ¿Por qué? Porque Javier de la Rosa aseguraba que el grupo KIO en España pagó 60 millones de euros a la Zarzuela a través de De Prado. El presunto receptor no fue a la cárcel, el intermediario del pago sí.
De ahí que sorprenda el interés de Su Majestad por volver a las andadas, así como el del Gobierno Zapatero en propiciarlo. En cualquier caso, los kuwaitíes no quieren acciones, quieren ladrillos: es lógico, ahora están baratos.
Eulogio López
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