Este fin de semana se reúnen el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, así como el G-7. En la agenda está -como casi siempre- el debate sobre la condonación de la deuda. El ministro de finanzas británico, Gordon Brown, ha querido adelantarse con la condonación de la deuda de los 32 países más pobres. Con esta medida pretende impulsar al resto de naciones más ricas y a los organismos financieros internacionales a que sigan su estela. Aunque también es verdad que el anuncio se produce delante de 400 activistas ante la presión de la sociedad civil y que, en estos momentos, se está celebrando el Congreso del Partido Laborista.
La realidad es que la "deuda externa" ha lastrado y sigue lastrando el desarrollo económico de los países menos favorecidos y que dicha deuda de elevados intereses ha sido pagada con creces. El problema es si la condonación de la deuda terminará beneficiando a los habitantes de esos países o apuntalará los regímenes totalitarios o populistas que, en demasiados casos, están instalados en estas naciones. "A quien más perjudica la deuda es a los pueblos, no a los gobernantes", responde a Hispanidad Marta Arias, responsable de deuda de Intermon Oxfam.
Arias añade que también se incluirá en el debate la actualización del valor de las reservas de oro de los organismos internacionales. En libros está fijado un valor de 8.000 millones de dólares, mientras que el valor de mercado es de 32.000 millones de dólares. Si tal actualización se produjese, existiría mucho más margen para la condonación de la deuda. Por ejemplo, con una vigésima parte de ese ahorro se podría garantizar la educación universal del África subsahariana.