Quizás sea por mi juventud, pero soy de esas personas que cree que el mundo y la humanidad mejoran, que crecen y evolucionan alternando etapas y quedándose con lo mejor.
Lo que había nublado mi espíritu luchador era la pasividad y la despreocupación de una parte de la sociedad ante problemas que ocurren día a día tanto cerca como lejos.
Es cierto que permanecer informado cuesta tiempo y algo de esfuerzo, la pena es que se prefiera ver en televisión alternativas denigrantes, mucho más viscerales y fáciles de digerir para el cerebro. Y encima están aburridos y hastiados, rechazan el conocer.
Ahora he comprendido que esta incultura social acerca de la actualidad es inevitable. La masa siempre será errática y maleable.
Es así y es como debe ser habiendo sido diseñados por y para la evolución. Son el resto, esos concienciados responsables los que cargan un poco con el peso de todos, porque por suerte o por desgracia, sus grandes ojos les impiden mirar para otro lado y su gran corazón se niega a dedicarse únicamente a sí mismos y profesar excesivo culto a los sentidos si este no es el común.
Javier Blasco Sendra