Sr. Director:
En horas de mayor audiencia televisiva, se ven hembras y presentadoras con grandes escotes; se emiten pasarelas de moda, cuyos desnudos hubieran estado prohibidos en otros tiempos, porque se ve más carne que ropa, hay famosos noticiables por su adicción al sexo, páginas enteras de contactos sexuales en periódicos de tirada nacional, y periodistas que encabezan sus escritos hablando de las "damas y caballeros copulantes".

 

Dicen que las mujeres están igualando a los hombres en infidelidad, y la violencia de género es noticia frecuente en los sucesos.

El desnudo integral se ha convertido por algunos en modelo de reivindicación y publicidad, mientras la mujer islámica se tapa con velos  y otras prendas, como si fueran monjas de clausura. Nuestro joven leyó las declaraciones de un africano del que no recuerda su nombre, que se extrañaba, porque ahora allí, tienden a taparse, mientras en el mundo occidental hacen lo contrario.

Así que la televisión le es un motivo de tentación frecuente, por sus escenas sicalípticas, que se emiten en cualquier momento, o en muchas películas, y le obligan a visionar imágenes que no desea. Y cuando se dispone a ver un telediario, u otro programa cultural de interés, a la primera de cambio, ve desnudos y sexo. Y él, con su formación religiosa y en pro de su castidad, no ha encontrado otra solución que desviar la mirada cuando eso ocurre. Y cuando lo sexual es muy continuado, corta la televisión, o se marcha a su habitación. Con lo que le resulta difícil ver muchos programas enteros.

La televisión es para él, otro de los enemigos del alma, porque le es difícil ver programas sin estímulos sexuales, que son los que más venden, con imágenes que van en contra de la castidad que quiere practicar. Lo suyo es una lucha heroica contracorriente, para evitar lo que dice Campoamor: "Te pintaré en un cantar / la rueda de la existencia: / pecar, hacer penitencia, / y luego vuelta a pecar".

Ricardo Gutiérrez Ballarín