Una polémica frase de Alain Delon ha escandalizado a Francia. El actor ha afirmado en directo en el programa de televisión Ca' vous, de France 5 que la homosexualidad "va en contra de la naturaleza".
Estas palabras dejaron al público estupefacto e incluso a la presentadora del programa, Anne-Sophie Lapix, con la consecuente lluvia de críticas en Twitter. En una entrevista anterior Delon declaró: "Ahora me dirán que debo adaptarme a mi tiempo. Pero vivo mal en esta época que banaliza todo lo que va en contra de la naturaleza".
Estas declaraciones con su correspondiente lluvia de críticas al actor calificándolo de homófobo no es más que un nuevo totalitarismo puesto al servicio de esta cultura pro gay sin merma de recursos y medios políticos, económicos, sociales, culturales, educativos, jurídicos, científicos,.. El uso actual de la palabra homofobia, como declaró Benigno Blanco, no es sino un esfuerzo de los ideólogos de genero de limitar la libertad de expresión de quienes pensamos de forma distinta.
Los mismos que descalifican como "lenguaje del odio" cualquier crítica a su postura utilizan sin reparo ataques virulentos contra el adversario. Se rebelan hasta el extremo si alguien pone en duda la normalidad de la conducta homosexual o del matrimonio gay, pero descalifican como "homofobia" las opiniones de los que discrepan, para dejar claro que no tienen más explicación ni merecen más respeto que otras fobias patológicas. Dicen defender la causa de la diversidad, pero cuando topan con una visión diversa de la suya atacan sin piedad a quien la expresa libremente. Por eso, hacen un flaco favor a las reivindicaciones de los homosexuales quienes pretenden imponer a todos un pensamiento único, quienes acusan de homófobos a cualquiera que no comparta su doctrina. Pues muchos de los que padecieron la intolerancia de hace años practican esa misma intolerancia orientada en otra dirección.
Delon ha tenido que aclarar que no tiene nada contra los homosexuales. ¿Qué demuestra esta excusa-aclaración. Pues que una minoría del 1% de la población ha conseguido lavarle el cerebro a otra aplastante mayoría jugando al victimismo por acosos en el pasado y equiparando su causa con la discriminación racial, religiosa o sexual.
La censura gay no es mejor que cualquier otra. En su empeño por convertir su postura en una nueva ortodoxia social, los activistas del matrimonio gay no deberían olvidar la advertencia de George Orwell: "Si la libertad significa algo, significa el derecho a decir a la gente lo que no quiere oír".
Victoria Blasco López