Un empresario español recién llegado de Sudáfrica me explicaba que en las calles de Johannesburgo, la gente rodea su casa de muro de piedra, alambradas, y en las partes altas, alambradas electrificadas. Al parecer, vivir en un bunker es caro y poco saludable, pero, sobre todo, no resulta muy efectivo. Por de pronto, los merodeadores han aprendido a provocar cortocircuitos e inutilizar la corriente.
El Gobierno español sí, el de Zapatero- pretende colocar una tercera valla de alambre alrededor de Ceuta y Melilla, como quien dice, en la frontera marroquí. Personalmente pienso que pueden colocar cuatro o cinco : las saltarán. Porque también la desesperación tiene su lógica, y estos pobres negros siguen la lógica que les impone Mohamed VI: permitirles el libre tránsito por Marruecos, de sur a norte, con tal de que se sitúen en las vallas de Ceuta y Melilla y conviertan las dos ciudades en dos patas calientes para España. Al final, Rabat ofrecerá a Madrid una soberanía compartida, como muestra de buena voluntad para atajar el problema. Finalmente, la soberanía no será ni compartida.
Una valla no es una solución. El único principio ético aceptable en materia de migración es la libre circulación de personas. A partir de ese principio general, pueden aplicarse recortes, siempre que se tenga en cuenta que esos recortes deben ser transitorios. No se pueden poner alambres para que no pasen los seres humanos, como si se tratara de animales: la valla, la primera y la segunda, deben desaparecer. Luego, y siempre de forma transitoria, habrá que analizar la inmigración europea, que es muy distinta a la de, pongamos por caso, Estados Unidos, por la sencilla razón de que Europa dispone de ese exponente de solidaridad tan estupendo, llamado Estado del Bienestar.
Ahora bien, lo que está ocurriendo en Ceuta y Melilla ni es flujo migratorio ni es libre circulación de personas. Es el esclavismo miserable de un rey totalitario, llamado Mohamed VI, que utiliza a los seres humanos como arma política. Un canalla que se sirve de la miseria para perpetuar su régimen a costa de España.