El nuevo ministro de Cultura, César Antonio Molina, ya tiene una tarea más. Este viernes 13 la plataforma Todos contra el Canon le hará entrega de 1.300.000 firmas en contra del canon digital. El objetivo, según la plataforma, es que el ministro tenga conocimiento del problema desde el principio.
Su predecesora en el cargo, Carmen Calvo, no sólo hizo oídos sordos a este tipo de protestas, sino que satisfizo las demandas de las SGAE gravando todos aquellos aparatos con capacidad de almacenar, imprimir o reproducir. En definitiva, si un ciudadano compra un CD, tiene que pagar además por la posibilidad de que en ese CD grabe música para vendérsela a otros: una especie de multa preventiva que para algunos legitima el hecho de copiar música enloquecidamente. La medida le encantó a Ramoncín y a sus amigos, pero molestó a los consumidores, obligados a pagar incluso si utilizan esos soportes para almacenar o reproducir sus propias obras.
Molina tiene ahora la oportunidad de congraciarse con muchos ciudadanos, aunque eso signifique un ligero enfado del artisteo con el que ZP se siente en deuda.