Sr. Director:
Era un día cualquiera, de una semana amorfa, de un año que podría haber sido anodino.... pero el destino, o puede ser el azar, (a mí me gusta pensar en cupido...) quiso que estuviéramos los dos en el lugar adecuado, a la hora prevista, en el momento decisivo.
No habría sido necesario que nos presentaran, ya que desde que nos miramos a los ojos, las presentaciones estaban de más. Fue un segundo y ya nos habíamos dicho todo. Fue un amor a primera vista: puro, espiritual, sublime.¡Qué bello es el amor! El amor generoso, el que no repara en derechos, el amor del que piensa en el otro, el que está por encima del sexo, de los deseos menos nobles, el que nos declaramos sin necesidad de hablar, al que hemos sido fieles desde aquel momento; el amor que nunca piensa en sí mismo ya que siempre somos dos, dos que somos uno: uno de sentimientos, uno en los deseos, uno que son dos…, dos que después han sido tres, y después cuatro..., nuestra familia, que causa admiración en amigos y vecinos.
¡Cuántos se pierden por no querer perderse nada¡ ¡No saben lo que se pierden! Lo hemos comprobado. La fidelidad da unas satisfacciones que llenan el alma y el espíritu. Pero pocos lo entienden. A veces nos han preguntado el porqué de lo nuestro, por qué funciona, por qué estamos tan bien, cuál es la receta. Y cuando saben la respuesta se van como diciendo: "estos pasados de moda…"
Solamente tú y yo estamos en el secreto: la verdad es que somos el uno para el otro y no queremos probar más, tenemos suficiente. Lo hemos vivido. Lo sabemos. Hemos pasado muchas cosas estos años. Y el secreto ante las estrecheces, los problemas en los trabajos... ha sido saber que nunca estamos solos, que éramos dos, que era suficiente una llamada para encontrar la ayuda del otro; era suficiente una mirada para encontrar la compañía y el apoyo de un corazón amante y comprensivo.
Esto nos ha hecho posible salir adelante, vencer las dificultades. Ahora, en la celebración de nuestro 30 aniversario he querido escribirte una carta para darte las gracias. Una carta quizá, menos romántica o sensual que si fuera nuestro primer año, pero creo que por eso más valiosa, dictada por un corazón amante y agradecido, que ha vivido muchas experiencias y que siempre ha salido victorioso.
Gracias, mi amor, por ser un buen amigo, un compañero que no he merecido, por soportarme cuando no tengo paciencia, cuando me enfado. Gracias por tu amabilidad, por tu presencia con frecuencia silenciosa, pero siempre eficaz. Gracias por haber sido un amigo espléndido, un compañero alegre, un amante lleno de ternura, un padre amoroso con sus hijos. Gracias por ser como eres, por ser tú. Gracias porque contigo ya no he vivido ni un día anodino, ni una semana amorfa. Los años vividos juntos han estado llenos de luz; cada día ha tenido un resplandor diferente, esperanzador, sin nubes que impidieran que el sol volviera a brillar.
Nunca lo habría imaginado. Vivir contigo ha sido lo mejor que me ha pasado.
Pilar Crespo Álvarez
pilarcrespoalvarez@gmail.com